martes, 31 de mayo de 2016

De aquella prosperidad que dejamos...


Parece una ironía, pero de “El triunfo de la muerte” de Andrea di Cione Orcagna, a punto estuvo de no quedar nada, de ser llevada por esa muerte, si cabe aún más terrible, que es la damnatio memoriae. Así hubiera sido, si no fuera porque sobrevivió esta escena: la que representa a unos mendigos desesperados llamando a la Muerte para que les libre de sus penas. Para que todos lo entendieran, de la boca de uno de ellos se hizo brotar una invocación de la que ahora no quedan más que algunas palabras sueltas. Afortunadamente, al ser un texto recurrente en otras obras de aquella época, sabemos que dice algo así como:

“Da che prosperitade … / O morte medicina … / … ci adare omai l’ultima.”

Que reconstruido con las partes que pudieran faltarle, vendría a decir:

“De aquella prosperidad que dejamos/ oh muerte, medicina de todos los males/ condúcenos a nuestra última cena”

Se ve en aquellos rostros de contornos ásperos y decididos, con características casi escultóricas, un intenso dolor y dramatismo. Baste recordar que fue su época la de la gran peste que asoló Europa, para entender porqué no hay resignación en su mirada, y lo que aparece es el odio hacia la crueldad de la vida. Quizá la visita de la peste contribuyó a mostrarnos a nosotros mismos como seres despojados de cualquier tutela divina y, por lo tanto, mucho más humanos.

Por alguno de esos resortes que nos hacen relacionar unas cosas con otras que en principio no tienen relación alguna, me trajo a la memoria lo que queda de la obra de Orcagna al encontrarme con una fotografía de Elliott Erwitt realizada para la agencia Magnum en Bratsk, Siberia, allá por el año 1967. ¿Por qué? Seguramente porque veo en su rostro, como en el de muchos que se asoman por entre los bordes de algunas viejas fotografías, esa mirada consciente de su distancia, fija y tensada en su odio hacia el destino. 


lunes, 30 de mayo de 2016

Breviari d'Amor


Enredando en el catálogo de manuscritos medievales iluminados de la British Library me he encontrado con una nueva versión del “Breviari d'Amor”, obra del occitano Matfre Ermengaud, franciscano, trovador , antologista lírico y senhor de leis. Este Breviari, compuesto con nada menos que 35.600 octosílabos, lo escribió a caballo entre el siglo XIII y XIV, y tiene la curiosa virtud de venir a conciliar el amor por Dios con el erotismo terrenal de la lírica trovadoresca. Curioso, sí señor. Y más aún que pueda llamarnos la atención hoy en día, casi ocho siglos después.

Hasta ahora, conocía sólo algunas de las iluminaciones que se conservan en la Biblioteca Nacional de Francia en una copia también de inicios del XIV. Dado lo costoso de ejecutar copias de ese pelaje, es fácil imaginar el éxito que debió de tener entonces la obra, al existir testimonio de diferentes ejemplares con su propio repertorio gráfico.

La mayor parte de las iluminaciones tienen un gran encanto, pero es quizá una de las finales, la que me parece de las más evocadoras y atractivas: el demonio llevándose el alma de un amante moribundo. No se por qué, pero a mí por lo menos se me hace muy fácil identificarla con otras más antiguas relacionadas con Anubis y la conducción de las almas… Pero no voy a comentar nada al respecto, pues creo que es mejor disfrutar su visión.

La iluminación que encabeza este texto es la de la versión de la Británica; la que está aquí debajo es la de la Biblioteca Nacional de Francia.


Y un rápido apunte final, pues quiero ser breve para procurar ser más frecuente en este cuaderno: otra de las iluminaciones de la versión británica –desconozco si existe su par en la francesa-, es la que más le ha encandilado a este perseguidor de sirenas. Se trata de una en la que según leo, representa a Venus mirándose en un espejo. Me sorprende por su sencilla belleza, y me llena de recuerdos de aquellos blasones que adornan las fachadas de muchas casas de un valle muy próximo al Baztán, a orillas del Bidasoa, en el que se representa a una sirena mirándose al espejo mientras se peina… ¿imaginaban de una manera inconsciente a Venus? 

Algo muy parecido me encontré hace años en el maravilloso pueblo perigourdino de Collonges-la-Rouge, y en alguno de los cuadernos que escribía por aquél entonces estará, aunque no he sido capaz de encontrarla.


(Y hablando de "Breviari d'Amor", vayan estas letras para Larouge, pues con ella comparto los recuerdos que he mencionado, y muchísimos más. Y a ella le debo que, cuando había pensado en cerrar definitivamente mi vida blogera, me animara con argumentos sólidos y solemnes a volver a esto:

- ¿Dejar de escribir? ¿tú estás loco? !Si es en lo único en lo que te diferencias de las bestias! Mírate si no en el modo que aúllas todas las noches cuando asoma la luna...)