miércoles, 28 de junio de 2017

La beauté est dans la rue


Lo veía durante mis visitas a aquel bar del Vieux Bayonne, entre fotografías del dueño con celebridades ya olvidadas, anuncios en latón de bebidas espirituosas y carteles de eventos de todo tipo, como otro que también recuerdo: el de un concierto de Lou Reed en “Le Punk-Rock Festival” que se celebraba en Mont-de-Marsan por aquellos años de 1976 o 77.

Era ya entonces la reliquia de una oportunidad perdida, de algo más remoto en la memoria colectiva que los apenas 8 años que había pasado desde que se asomó brillando por primera vez a las calles de París.

Ahora que me lo encuentro de nuevo en la red, después de todo lo pasado, no puedo evitar el recordar con cierta melancolía todos aquellos sueños por los que luchamos mientras se van desvaneciendo.

Puedes ver “La beauté est dans la rue” y algunos carteles más del Atelier Populaire, el taller que produjo algunos de los más emblemáticos carteles de la revuelta del 68 de mayo, en https://libcom.org/gallery/paris-68-posters

martes, 20 de junio de 2017

45º52.6S, 123º23.6W


Quiero pensar que una representación en la que vamos a encontrarnos con Cthulhu, la estación espacial MIR, la Bounty y el Potemky, referencias al capitán Nemo y a la toma de la Bastilla, va a hacer que este esfuerzo en la selección del reparto rinda la curiosidad de más de un despistado lector sobre la entrada serie B que comienza ahora.

Dicen que las coordenadas 45º52.6S, 123º23.6W, corresponden con un lugar en el Océano Pacífico que es el  más remoto de nuestro planeta, el más alejado de cualquier masa de tierra. Por ello le han dado familiarmente el nombre de “Punto Nemo”, y de manera más técnica el de Polo de inaccesibilidad del Pacífico. El caso es que el PIP, estando tan lejos de nosotros, no ha podido evitar a lo largo del tiempo ser depositario de nuestra impronta, de lo mejor y lo peor del ser humano.

Y si no, que se lo pregunten a las agencias espaciales de Rusia, Europa y Japón que lo usan como "cementerio espacial". Más de un centenar de objetos que circulaban más allá  de la atmósfera, han sido dirigidos a este punto cuando iban a ser desmantelados. Así que en las profundidades de estas aguas, si alguien es capaz de llegar hasta allá, uno puede encontrarse fragmentos de satélites, e incluso restos de la estación espacial Mir.

En las entrañas de aquellas remotas aguas hay de todo. De hecho en 1997 unos oceanógrafos grabaron un sonido misterioso cerca de este del Punto Nemo, lo cual provocó, especialmente en los amigos de lo misterioso, mucha expectación e incluso temor, aunque no tuvieran previsto pasarse por ahí. El sonido en cuestión fue bautizado como "El Bloop", y era más fuerte que el emitido por una ballena azul, lo cual hizo que se especulara rápidamente con la posibilidad de que fuera producido por un desconocido monstruo marino… Al final, se demostró que se trataba del sonido que provenía de icebergs agrietándose. Pero bueno: que no hay que creerse la verdad si la ficción resulta más entretenida y enriquecedora.


Que me lo pregunten a mí, y seguramente a unos cuantos de ustedes, pues esta inmensa soledad, 66 años antes de ser catalogada como el Punto Nemo de nuestro planeta, ya había sido elegida por H. P. Lovecraft para situar en ella R'lyeh, el hogar de Cthulhu, la ya entrañable y legendaria criatura de rostro con tentáculos.

Allí yacían el Gran Cthulhu y sus hordas, ocultos bajo bóvedas cubiertas de fango verdoso; enviando de nuevo, tras incalculables ciclos temporales, aquellos pensamientos que extendían el miedo por los sueños de los más sensibles, a la vez que apremiaban a sus fieles a lanzarse en pos de un peregrinaje por su liberación y la restauración de su imperio en la tierra...”

Sigamos. Menos de dos meses antes de la toma de la Bastilla en París en aquél año de 1789, tuvo lugar aquí, en nuestro Punto Nemo, un hecho que por haber ocurrido a un grupo de británicos, podemos considerar de gran relevancia histórica. Se trata del famoso motín del Bounty, cuyo renombre y popularidad me ahorra el tener que entrar a los detalles para explicarles qué es lo que ocurrió con aquél barco de la armada de su graciosa majestad.

Valga con decir que los hechos que todos conocemos ocurrieron en las inmediaciones del Nemo. Bueno, para ser sinceros algo más cerca de las islas Tafoa. Sin duda aquél era lugar muy a propósito para amotinarse. En cierta manera predisponía a ello. Aunque no lo era tanto para ser abandonado como le ocurrió al capitán William Bligh, teniendo en cuenta que el lugar de tierra más cercano a nuestro punto no es otro que la Isla Ducie -una de las Pitcairn-, a nada menos que 1.600 km…

Lo del Bounty ha tenido siempre para mí un paralelismo con lo que ocurrió en el Potemky, por ser aviso de lo que pasaría poquísimo después en tierra, en Francia en este caso, y en modo de revolución. Supongo que la marinería de aquellos tiempos revueltos, como ocurriría fallidamente después también en Kronstadt, era la depositaria de ideas y experiencias que circulaban de un lugar a otro. De hecho, eran su vehículo transmisor y quienes a su vez observaban con mayor distancia lo que ocurría en sus propios hogares. La ausencia otorga este don.

El caso es que leídos una buena porción de párrafos, el paciente lector puede preguntarse a dónde quiero llevarle, y eso será lógicamente porque no he sido capaz de hacerle ver que a ninguna parte. A mi Punto Nemo particular. Pues toda esta divagación viene a cuento de mi encuentro con un curioso grabado que representa el momento en que el capitán William Bligh es abandonado a su suerte en el océano por la tripulación del Bounty. Digo lo de curioso porque sorprende ver ilustraciones, como la que encabeza este texto y que es obra de Robert Dodd, que son de fechas tan tempranas como la de 1790, el mismo año en que tras muchas penalidades llegó el capitán Bligh a Inglaterra y relató su versión de lo ocurrido.

La que muestro aquí abajo, me resulta más interesante todavía, pues es del mismo año 1790, pero de autor francés, Pierre Ozanne, y fue la que me sumergió en todas estas reflexiones el día en que me la encontré en una librería de viejo. Supongo que quien finalmente se la lleve, tendrá la posibilidad de viajar a aquella ninguna parte en la que todos nos encontramos en algún momento.