miércoles, 18 de marzo de 2015

Una fara coronata



Se preguntará usted, uno de los miles de lectores que frecuentan este blog, por el motivo que ha hecho que cuaderno tan modesto y dedicado a las labores ganaderas, derive su discurso en esta ocasión al uso de latinajos tan engolados y faltos de fundamento con los asuntos que habitualmente nos ocupan.

La visita rápida y exclusiva -más que nada por no tener tiempo para otra cosa-, que hice ayer a la corona de Recesvinto en el Museo Arqueológico Nacional, me trajo a la memoria y la reflexión una serie de ideas que quisiera compartir con vuestra paciente atención:

- Lo primero, que siendo mi primera visita al MAN, me he quedado con una sensación muy fría. Pero -dirán-, si no ha estado ni media hora. Pues si, no pasé de estar ese tiempo, pero me quedé con que a dos de las tres personas del museo a las que pregunté por la corona, no tenían claro de qué les hablaba ¿?. La vitrina donde estaba -y aquí revivo un comentario de nuestra Anarkasis-, tenía más brillos y reflejos que las bolas del Studio 54. Y, por quedarme sólo con tres, la tienda parecía más la del Club Christian Jaq con su -casi- todo de cosas egipcias, que las del MAN. Perdón, pero es que encima el nombre, así, me recuerda más a esa revista masculina de gran tamaño que creo todavía puede encontrarse en los quioscos.

- Pero, a pesar de todo, la escapada con riesgo de perder el modo de vuelta a casa valió la pena. Ahí estaba la corona. ¿Corona? Bueno, realmente no, así se llama, pero si nos atenemos a su uso, los que saben de esto la llamarían fara coronata, esto es: lámparas con forma de corona, que solían colocarse en determinados templos como ofrendas de reyes o altas dignidades de las época. La costumbre era colocarlas bien encima del altar, o bien entre las columnas de las naves. Entiendo yo que también representaban la presencia Real en el templo y, desde Recaredo, reafirmaba la vinculación de la iglesia de godos e hispano-romanos, con la corona. Vamos, en su afán unificador y aglutinante se correspondería con lo que hoy es la "Copa del Rey".

- Esta de Recesvinto, parece ser presidió varios Concilios Toledanos -lo más de la época en reuniones de alto nivel-. Así que a uno le puede volar la imaginación el hecho de pensar lo que pudo ver y oir la dicha corona. ¿O no?.

- Si, al observar de nuevo la corona, pensamos en que muchas de sus perlas, zafiros y granates son muy probablemente -según se lee en el mágnífico estudio editado por Alicia Pereda-, originarias de Ceilán, y la plata de las minas alpinas de la región de Habachta, es posible que se multipliquen las interrogantes acerca de la corona y del modo en que cada una de sus piezas llegó a manos de su fabricante. El solo hecho de imaginar ese "cómo", es ya un reto para cualquier investigador y un ofrecimiento para la imaginación...

- Parece ser que la Corona de Recesvinto, junto con el resto del tesoro de Guarrazar fue ocultado allá, entre las tumbas del Monasterio de Sorbaces, para protegerlo de los invasores musulmanes, creyendo que dicha ocupación sería cosa pasajera, y podría volverse a por él. Se tiene noticia del traslado a la ciudad fortificada de Amaya de otra parte mayor del tesoro Toledano -incluida, según algunos mitómanos, la mesa de Salomón-. Esta era la antigua capital de los cántabros conquistada por Leovigildo, tal y como cuenta en 636 San Braulio de Zaragoza en su "Vida y milagros de San Millán". El caso es que Tariq persiguió a los nobles godos que habían huido hasta allá, dándoles caza y haciéndose con esa parte de la riqueza gótica.

- De lo importante que tuvieron que ser las riquezas ganadas y las conquistas en tierras godas para sus autores, hay un curioso testimonio, a miles de kilómetros de la península, en Qusayr Amra, en Jordania. Allá, en medio de una desierta llanura, se pueden encontrar unos antiguos baños y residencia en la que se suponen pudieron estar Musa y Tariq a su regreso del reino de Toledo, llamados por el emir Omeya de Damasco.

Entre las escenas que adornan dicho lugar y que han sobrevivido a duras penas al paso del tiempo, hay una que representa a seis reyes que rinden homenaje al califa. Entre ellos encontramos a Roderikos, el rey Rodrigo, de pie junto a otros regentes: el emperador bizantino, el negus de Etiopía, el shah persa, y dos más que se suponen son el emperador chino y un rajá indio. Estos soberanos, de una u otra forma, habían entrado en colisión con el Imperio omeya y el fresco parece querer representar su sometimiento. Cada personaje es identificado con su nombre escrito en griego y árabe. Durante los trabajos de restauración, en las proximidades de las figuras, se identificaron las letras  NIKH que según los historiadores aluden a la palabra griega nike -victoria-. 



- El hallazgo de la corona de Recesvinto tuvo lugar en 1858 en circunstancias -en mi opinión-, nunca aclaradas del todo, y está vinculado a los corrimientos de tierra que pusieron al descubierto varias tumbas de época visigoda, entre las que se encontraba la del presbítero Cripinus. La losa de dicha tumba se encuentra también en el MAN, frente a las coronas, y en ella se lee:

"Quienquiera que leyere el epitafio de esta lápida, mira: fíjate en el lugar y observa sus alrededores. Ministro sagrado, he preferido poseer un sagrado lugar. Viví de esta vida los tiempos de sesenta años, al morir me encomiendo a la protección de los santos, para resucitar debidamente en su compañía cuando la llama voraz viniere a incendiar la tierra. Acabado el curso de la vida, Crispín, presbítero, pecador, aquí descansó en la paz de cristo. Año de la Era 737"

- No voy a entrar en honduras sobre lo que ocurrió después, pues queda a la espera de encontrarse quien sea capaz de ordenar y averiguar lo que realmente pasó. Oficialmente, las coronas y otras joyas encontradas fueron vendidas en fragmentos a un oficial francés que impartía clases en la academia de Infanteria de Toledo, el cual se las llevó a un conocido suyo José Navarro. Ambos se fueron con ellas a París para venderlas al recién creado Museo de Cluny. Allá fue donde se monto la corona de Recesvinto y se mostró, hasta que, muchos años después fue devuelta a España.

- Es curioso, pero el hallazgo atrajo durante mucho tiempo a aquellas tierras de Toledo a muchos buscadores de diferentes fortunas, entre los cuales está un personaje tan extraño como reconocido en los mundos de la tesorería esotérica, como lo fue el abad Francois-Bérenger Saunière de Rennes-le-Chateau. Hubiera sido curioso saber qué es lo que hizo por aquellas tierras, aunque por ahora sólo se tenga un vago testimonio de su viaje a la antigua capital goda.

Y llegado a este punto, pitó el teléfono. Se estaba quedando sin batería, y yo sin tiempo para más. Tenía que marcharme corriendo al metro, y de ahí ascendería a los cielos para volver, de nuevo, a pisar la sólida superficie de la realidad.

8 comentarios:

  1. A mí esta lámpara, en vez de llevarme a los tiempos de Recesvinto, me traslada a mi infancia, cuando en muchas casas con muebles "remordimiento" (léase Renacimiento), había modelos muy parecidos. La última que recuerdo estaba en casa de una amiga y tenía el cuerpo de plata o baño de plata, y esos flecos que cuelgan eran de seda en rojo.

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    1. Muy bueno eso de "remordimiento"... Ciertamente, si me retrotraigo a mi infancia, la corona de marras era obligada referencia no sólo de estilos casposos y alcanforados de muy del gusto de entonces, si no que venía acompañada de una traducción traída desde arriba que pretendía remitirnos a un pasado de cartón piedra.

      Sin embargo, ha querido la casualidad que me volviera a encontrar con ella por otros motivos, de los cuales se hablaban en otros cuadernos y que hacen de ella no el centro, si no una especie de McGuffin en torno al cual se desarrollan unos sucesos de los que también se hablaron entonces.

      Saludos!

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  2. que estressss!!!, si me lo dice le afoteo lo que hubiera necesitado, seguramente estará vacio el museo ahora

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    1. Ya lo hizo en su momento su patrona e igualmente se enfrentó con brillos y reflejos que ni a propósito hubieran resultado tan mal intencionados.Lo importante es mirarla directamente, la presencia y el encuentro, pues -como ya barruntará-, más me interesa el medio que en principio: es decir, sentir a través de la mirada directa el temblor de las manos de quién la reconstruyó para decirle -te escondes, pero poco a poco te voy atrapando.

      Salud

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    2. Con su tesón y paciencia terminaremos comiéndonos un cordero en la mismísima mesa de salomón.
      Ayer perdió la patrona toda la tarde buscando una imagen de la sagrada familia y Santa Ana, de Andrea del Sarto en San Patrick catedral de Nueva York,
      y que no la encontró, lo cual no quiere decir que deje de perseguirla...
      (Me parece que le entiende)
      Pero lo dicho, todas las chicas estamos a su disposición, la patrona me dice que le disculpe, que no puede entrar con su Nick, y le manda abrazos y mucha salud

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    3. Ha despertado mi curiosidad, Doña Frine. Pasemos a la siguiente anotación de este cuaderno.

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  3. Lo que da de sí una corona o una lámpara o el nombre que se le quiera dar... Hay suficientes argumentos, subargumentos y apéndices varios para una colección de esas que llaman novelas históricas y que, partiendo en este caso del real objeto, podrían hacerse inacabables. Confieso que, como lector, me suscribiría a ciegas.

    P.S.- Fíjese que consideraba el trasiego del affaire Rennes finalizado... Y resulta que Saunière sigue dando la tabarra desde la estrambótica torre de Magdala.

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    1. En ello estoy desde hace tiempo. Me refiero a algo parecido a lo que dice en el primer párrafo. De ahí todo lo reflexionado y el interés por ver la tal corona.

      Lo del Abad Sauniere, efectivamente, no tiene nombre... Ni fin...

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