miércoles, 17 de mayo de 2017

Jesse James o la reputación poética de un pueblo


El lunes 10 de julio de 1882 el periódico  madrileño “El Día” informaba del entierro del bandido Jesse James, aproximadamente dos meses después de que hubiera tenido lugar, en un curioso artículo que paso a transcribir.

“Un bandido célebre.

No se dirá que los Estados Unidos no tienen leyendas. Basta que exista un personaje de la talla de Jesse James, para salvar la reputación poética de un pueblo.

La antigüedad ha colocado entre los héroes, a gentes que no habían hecho gran cosa, y que sobre todo, no luchaban con las dificultades que opone la sociedad moderna. Hércules, Teseo y otros aventureros célebres, ignoraban la existencia de la policía y de la Guardia civil; en cambio, Jesse James, ha tenido que vencer a todas las instituciones que en las sociedades modernas se dirigen contra lar personas que desprecian demasiado las conveniencias sociales y la actual organización de la sociedad.

Jesse James nació en el Missouri. En este Estado se estableció como bandolero, ejerciendo sus hazañas en el Kearnady (sic) y aun en las riberas del Mississipí. Y no se crea que Jesse habitaba cavernas ni chozas escondidas en los bosques. Había civilizado el bandidaje adaptándolo a la cultura moderna.

Vivía en una casa preciosa, hacia la vida de familia, era querido ardientemente por los suyos, respetado por el clero, pues era muy piadoso, y amado por el pueblo. Salía a las expediciones, no de noche y a escondidas, sino de día y con toda publicidad. En medio de la calle mataba y robaba como la cosa más natural del mundo.

Según el último censo, el Missouri tiene 2.168.804 habitantes. Constituye una división militar que tiene ocho regimientos de caballería y diez de infantería. Elige trece diputados, tiene una constitución, Cámaras, un gobernador, un subgobernador, una deuda de 17.008 dollars, agentes de policía numerosísimos, y su gobernador es persona que sabe y quiere cumplir con su deber. A pesar de todo esto, Jesse James reinaba en absoluto, y como decía el gobernador en un discurso, ningún industrial ni comerciante se creerá en seguridad mientras viviera el bandido.

Los directores de casas de banca, las empresas de caminos de hierro de San Luis, de Kausa, de Omalia, de Chicago quejabanse diariamente. Jesse vivía en una hermosa de Kearnady, sin que la policía pudiera nunca dar con él por la protección que le daba el pueblo bajo. En ciertas ocasiones el populacho lo arrebató de manos de sus perseguidores.

El gobernador, ante las apremiantes órdenes del presidente de la Unión, puso a precio la cabeza de Jesse, siendo este muerto por un bandolero, a traición.

Los funerales de Jesse han sido solemnísimos. Dos reverendos pastores oficiaban. Una gran multitud seguía el coche que conducía el cadáver. Uno de los pastores, en su oración fúnebre, manifestó la confianza que tenía en la salvación eterna de Jesse, ese excelente muchacho, á quien el cielo debe recompensar.

La vida de Jesse es una de esas grandes rarezas de los Estados aún a medio colonizar. Allí aún se puede vivir en familia en un pueblo que lo respeta, y ser al mismo tiempo un tiempo un excelente bandido que desvalija al lucero del alba.”

Este artículo, cuyo autor parecía en ocasiones anunciar los postulados del bandido social de Hobsbawm, no es la única referencia contemporánea de nuestra prensa al célebre salteador. De hecho, mes y medio antes, el 20 de abril de aquél mismo año, “El Imparcial” había dado la noticia de que “ha sido asesinado el famoso bandido americano Jesse James a quien uno de los foragidos de su banda, Roberto Ford, sorprendió y mató de un tiro el día 3 del actual”.

Para “El imparcial”, uno de los grandes rotativos españoles de la época, el bandido era ya un viejo conocido, pues de él informaba por ejemplo el año anterior, en 24 de septiembre de 1881, de lo siguiente:

“El 8 del actual fue detenido y robado, a 14 millas da Kansas, por doce enmascarados, el tren 48 de Chicago a Alton.

El empleado que guardaba la caja del tren, y que trató de defenderse, fue golpeado de tal suerte, que se desespera de salvarle la vida. El total sustraído se estima en unos 20.000 pesos. También fueron robados todos los pasajeros, cuyos bolsillos y relojes representaban un valor de varios miles de pesos.

Los ladrones iban bien armados, y continuaron haciendo disparos durante el saqueo con el objeto de intimidar a los viajeros. El conductor del tren consiguió escapar ileso de los varios pistoletazos que le dirigieron. Terminado el saqueo, los bandidos se retiraron tranquilamente, y el tren llegaba poco después á Kansas City, de donde salió el jefe de policía Speers con cincuenta hombres en persecución de los malhechores. Otros muchos vecinos armados de las inmediaciones han marchado en su busca, y es posible que los capturen. Se cree que los bandidos pertenecen a la cuadrilla que manda el tristemente célebre Jesse James.”


Si se busca, se encuentran más noticias de la carrera de este bandido, o de otros muchos que desde diferentes lugares del mundo pasaron a llenar las páginas de estos periódicos con inauditas y casi siempre sangrientas historias de asaltos, saqueos y persecuciones.

Visto ahora, resulta curioso encontrarse a figuras como la de Jesse James en la prensa de un país que tenía su propio repertorio de salteadores. Estaban todavía muy recientes las correrías de las partidas carlistas que no se habían dado por enteradas del final de la guerra. Seguía también latente el temor a viajar por unos caminos conocidos en toda Europa por la fama de sus bandidos. Y sin embargo, asomaban ya, tan tempranamente, algunos de los que terminarían por ser los héroes de la cultura popular y globalizada que llegó hasta nosotros de la mano del cine y las novelas baratas.

Estas fueron seguramente las que los alzaron de entre los olvidados, para ser recordados como aquellos que vivieron y murieron para salvar la reputación poética de un pueblo, y de algún modo, a todos nosotros.

12 comentarios:

  1. El señor articulista de El Día, en su afán por rellenar el espacio correspondiente del noticiero, debió creer que nada como unos cuantos números de tocados con tricornios, capas, trabucos o espingardas -o lo que fuera que usaran los de Ahumada en 1882- hubieran sido suficientes para que entrara en vereda la mitología griega... Que, preguntoo yo, qué pinta la benemérita en Grecia y hasta en los USA de finales del diecinueve; claro que, en este último caso, y estando los EEUU "aún a medio colonizar", nada como colocar una pareja de estos descendientes de la Santa Hermandad en cada pueblo para defender el banco, el saloon y hasta el carromato del vendemejunjes. Con buenos mostachones -los civiles, digo- y portentosas habilidades para hacer cantar a un mudo de nacimiento...

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    1. Un poco de Steampunk o de ambientación a lo Rubens si prefiere: me imagino lo que corresponde, pero con el atrezzo de lo que me parece mejor o conozco... Así termina Jesé desesperado por no poder asaltar un tren que sale con retraso y ha tenido una avería cerca de Venta de Baños, perseguido por dos números de los de Ahumada y untando al gobernador civil para que haga la vista gorda... De cualquier modo, hoy nadie se acordaría de él.

      Salud!

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    2. Hemos de reconecerle al marketing Made In Usa la habilidad para internacionalizar su historia, sus historias y sus personajes, vía Gutenberg, Marconi, les Lumiére, Bird y el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Y no hablo sólo de Jesse James o Billy el Niño -hasta mi admirado Sender le brindó protagonismo en una novela que me encanta-, sino en sus alcapones y gánsteres de todo pelaje, sus tropas de hermanitos de la caridad, made in Hollywood, en la II Gran Guerra y, sobre todo, con la saga sobre la guerra de Vietnam, pasando, en el interín, por esos aborígenes americanos -vulgo indios- que parecen los inmigrantes ilegales del Far West.
      Resumiendo: Que se lo han montado chachi piruli.

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    3. Creo que en ello tuvo mucho que ver el desarrollo en Estados Unidos de una industria a base de una cultura popular apoyada en contenidos de fácil comprensión, y de cómoda, rápida y económica difusión. Esto se realizaría a través especialmente de las novelas baratas -sucesor en momentos de alfabetización de los romances de ciego- y el naciente cine. Su beneficio estaba en facilitar entretenimiento fácil, rápido y al gusto de todos, alejándose de esos contenidos elitistas adornados de discursos relamidos, que es lo que se hacía por aquí... Y así es como llegamos a este punto.

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  2. Nadie sabía donde estaba pero todos los periódicos americanos publicaban fotos de él.
    Tenemos que sospechar que Jesse en vida era una máquina de vender papel.
    Si lo que hacía estaba bien o no dependía del plumilla que escribía la historia.
    Los plumillas eran realmente Jesse James
    Kissss y Kisss

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    1. Así es, y por eso -como digo ahí arriba-, este tipo de productos han perdurado: se vende muy bien a bajo coste a una audiencia muy amplia. Él, el niño, los Dalton, Dillinger o Bonnie and Clyde, como la guerra de Cuba y otros muchos asuntos que no voy a mentar, han sido iluminados en la oscuridad para vender papel o tiempo en otros medios entre anuncios...

      Los jefes de los plumillas serán siempre los Jesse James.

      Salud!

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    2. ¿El periodista de El Día habría oído hablar de la crisis de valores?

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    3. Creo que estaba más interesado en llenar su columna...

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  3. Tengo que ver la película, que es un poco larga, si no recuerdo mal y que tuvo menos éxito del esperado. Quien sabe si descubro una joya, aunque a mí los bandidos con buena prensa siempre me parecieron eso: bandidos.

    Es curioso cómo la humanidad simpatiza con cierto tipo de criminales.

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    1. Lo hacen por influjo, al venderlos como representación de alguien que reacciona contra las injusticias, desigualdades o el simple tedio y monotonía de la vida moderna.

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    2. Aquí tuvimos también nuestra ración de eso con el maquis después de la guerra.

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    3. Así es. Por algún lado aquí mismo comento que tuvimos aquí un caso casi exacto por aquel mismo siglo, tras las carlistadas.

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