miércoles, 22 de junio de 2016

Independiente como Acuña


- ¿Yo ... ? ¡Independiente como Acuña!

Ahora que estamos en plena campaña electoral, me ha venido al recuerdo algo que me ocurrió en Jaén la Semana Santa pasada. Fue al preguntar al camarero de un bar en el que disfrutaba de su estupendo vermú, por una expresión que acababa de escuchar de boca de uno de sus parroquianos.

- Eso viene por José de Acuña, de aquí cerca, de Los Villares.

Y, cómo no, apuré mis bolsillos y pedí otra ronda con la esperanza de que me contara algo más del tal Acuña. Al fin y al cabo, uno no tenía nada mejor que hacer…

Durante la década de 1930, cada vez que tocaban elecciones, hacía su aparición en todas las paredes, calles, prensa y emisoras de radio de la provincia de Jaén, el candidato José Acuña (1889-1941). Era éste un señorito de los de la época, algo guasón, ingeniero de profesión, pero dotado de una imaginación tan desbocada que creó un partido a su medida, la "Unión Mesocrática Universal". Lo hizo por consejo, según manifestaba, del filósofo y profeta Asumu, que no era otra persona que él mismo. Acuña/Asumu solía reunir a sus amigos y seguidores en unas opíparas comidas adornadas de ingeniosas tertulias, en las que se disfrazaba de profeta iluminando, con el pelo largo, barba y bigote, y entre bromas imponía a los que ingresaban en su partido las armas del mismo: un cubierto, flanqueado por las letras.

Como queda contado, cuando llegaban las elecciones, Acuña lo llenaba todo con originales y llamativos carteles de propaganda electoral, en los que aparecía sonriente, con un enorme puro en la mano, mientras levantaba al cielo tres dedos de la otra y manifiesta:

“Por tercera vez me presento como diputado a Cortes por la provincia de Jaén. ¡Soy especialista único contra el malestar y el paro forzoso! ; Votadme, electoras y electores de Jaén! "

Los personajes pintorescos en política siempre me han producido cierto reparo, y este, desde luego, no es ninguna excepción. Sí hay que reconocer cierto mérito en alguno de sus planteamientos, como el de haber sido el primer político español en reclamar una renta básica para toda la ciudadanía. Pero en general, era un torrente de excentricidad. Lo demuestra, por ejemplo, el modo en que plantea que todo el mundo tuviera acceso a un alimento básico, una papilla nutritiva: “puesta gratuitamente a la disposición de todos por medio de surtidores parecidos a los que ahora se usan para el suministro de gasolina a los automóviles, estratégicamente distribuidos por toda la superficie del Planeta. De tal modo que cualquier ser humano, andando por el mundo por sus propios medios, podría proveerse del alimento necesario con la frecuencia conveniente a su bienestar fisiológico.”

Acuña se podía permitir toda la excentricidad y broma que le diera la gana. De hecho, lo que realmente se jugaba en la carrera electoral no era el llevar a la práctica esa colección de propuestas que en muchos casos rozaban el surrealismo. Para nuestro candidato, la prioridad era obtener los votos suficientes para hacerse con un acta de diputado, y tener así una excusa para abandonar la monótona vida de provincias e instalarse en Madrid, cerca de los centros de ocio y jolgorio más reputados del Reino.

Dice Rafael Torres en una breve semblanza que le hace en “El asesino de Sintra y otros europeos olvidados” que, en descargo suyo, hay que reconocer que si bien era “rico por herencia, no lo era, en cambio, de esa manera rapaz, desalmada, insultante y pistoleril de los hacendados españoles de su época, y pasaba el tiempo leyendo novelas exóticas de Pierre Benoit e inventando tractores con patas articuladas”.

El caso es que en las tres primeras elecciones a las que se presentó, no obtuvo más de quince mil votos, por lo que no lo quedó otra que resignarse a esperar en su casa una mejor ocasión.

Y fue así como llegó a las que serían las últimas elecciones de la República, las de 1936. Paciente, y con su característico sentido del humor, lanzó un cartel en el que únicamente enseñaba una mano levantada con cuatro dedos separados, sin un solo texto. No necesitaba decir más. Muchos habitantes de la provincia de Jaén sabían de qué y quién se trataba. 


Por si quedaba alguna duda, Acuña volvía a repetir sus apariciones en todo medio que le permitía hacerlo, los principios de eso que llamaba la Mesocracia Universal:

"El vocablo mesocracia figura en el diccionario de la lengua castellana y significa dominio de la clase media. De la clase media económica, entendámonos. Al utilizarlo, le he querido dar una nueva acepción; no me refiero a la clase media económica, sino a la clase media intelectual”

Según él, la filosofía de Mesocracia Universal se traducía en un principio fácilmente comprensible: “El hombre civilizado tiene el perfecto derecho de vivir sin trabajar. Esto, a simple vista, resulta sugestivo para los vagos y divertido para todos, si se piensa, como pensamos la mayoría, en la vida plena y completa del hombre moderno. Pero no es eso. El teorema habla de vivir, de subsistir, pero no de gozar. A vivir tenemos derecho todos los hombres por el mero hecho de haber nacido, pero a gozar sólo lo tienen y tendrán los que sepan conquistar los goces con su esfuerzo y con su trabajo personal". El derecho general a existir debería garantizarlo el Estado, proporcionando a todos un mínimo de alimento, vestido y cobijo. Para el goce se necesitaría el plus que habría de fabricar cada cual.

El caso es que convencidos o no por tales ideas, los jienenses confiaron a Acuña en las elecciones de 1936 ciento treinta y seis mil votos, los suficientes para hacerse con su acta de diputado y disponer de la justificación que necesitaba para instalarse en la capital como un gran señor. Y hacia ella marchó Acuña/Asumu, viendo su sueño por fin a punto de cumplirse…

Pero aquél era el verano de 1936, y los sueños, como otras muchas cosas, iban a dejar de existir. 


8 comentarios:

  1. El paro ya era un reclamo por lo que leo en el cartel

    Por estos tiempos había un catalán que vivía en el Palas de Madrid, no se si repetirá

    Kissss y Kissss

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    1. Y seguramente, usté que sabe de esas cosas, lo era ya en los tiempos de Heródoto. En lo que no caigo es en quién será el catalán ese, aunque ni ese ni este son rarezas, pues todos sabemos de las manadas de vividores que se las han dado de señores a cuenta de la cosa pública....

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  2. Siempre hay un candidato pintoresco, algo parecido teníamos en Venezuela, un tal Pedrosa cuyo partido se llamaba "El refugio del pueblo" ¿demagógico cierto?
    Estuve hojenado tu blog hasta la historia de la fragata Joly. De algo puedo estar seguro. Tienes cosas que difícilmente se encontrarán en otros blogs. con cosas así hay que seguirte pues uno va de sorpresa en sorpresa

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    1. Para mí, que demagogia, instrumentalización o puro engaño, llamelo como quiera que adivinará.
      Muchas gracias por tus generosas palabras para este cuaderno y estaré encantado de tus visitas.
      Salud!

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  3. Poco le duró al pobre Acuña un sillón tan soñado. ¿Se sabe a donde fue a parar después de la guerra incivil?

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    1. Disculpe Senior que se me ha pasado responderle hasta ahora, pero se solapó la siguiente anotación y olvide contestar a las de esta. De Acuña se sabe que le tocó la guerra en Madrid; que estuvo a punto de ser fusilado allá, pero uno de los encargados de hacerlo era un miliciano jienense que le conoció y que intercedió por él salvándole la vida; que huyó a Francia; que después de la guerra intentó regresar a España y cuando lo hizo fue juzgado y encerrado algún tiempo; que al poco de salir en 1941, y supongo que a consecuencia de alguna de las tantas alegrías pasadas en sus últimos años, murió con 52 años.

      Saludos

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  4. Los políticos actuales se presentan para su propio provecho, pero eso sí, haciendo uso del dinero de todos.

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    1. Es que tienen muy interiorizado eso de que son servidores públicos y, por lo tanto, van a hacerlo todo por nuestro bien. En especial lo de liberarnos del peso de nuestros bolsillos...

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