lunes, 7 de agosto de 2017

Ella espera...


Inquieta pensar que esta hermosa y plácida obra de Jean-Jacques Henner encabezada con la leyenda "Elle attend", tenga en sí una intención tan alejada de lo que pudiera pensarse en un primer momento como es la de la venganza. "L’Alsace. Elle Attend" (1871) es una obra encargada por un industrial alsaciano tras el fin de la guerra franco-prusiana, aquella que aniquiló a un imperio de opereta -el francés de Napoleón III-, para dar paso a uno nuevo muy parecido en su maneras -el alemán de Guillermo I-. Con la derrota, Francia perdía Alsacia y Lorena, que pasaban a manos de su vecino y enemigo.

Muchos franceses, y en especial los que vivían o tenían interés en los territorios perdidos, se opusieron a la rendición, y popularizaron esta obra como el recuerdo de un deber patriótico... El crítico de arte Jules Antoine Castagnary dijo de ella en Le Siècle : "Tiene dieciséis años, la edad de la generación que verá cumplirse la inevitable revancha". No sabía bien lo cierto que era su comentario...

Me encontraba precisamente hace unos días con una versión apócrifa de una gran obra -El Conde de Montecristo-, que es un ejemplo claro de lo bien que sienta al arte desarrollar historias de venganza. Lo mismo pudiera pensarse de esta, si no fuera por el hecho de que es real, y desembocó en una contienda que arrasó el mundo allá por la segunda década del siglo XX.

Ella, la muerte, siempre espera.

8 comentarios:

  1. Hay en el retrato dos actitudes contrapuestas. Por un lado, las manos unidas bajo el vientre abultado que parecen anunciar una esperanzadora espera enmarcada en ese luto tan excelsamente representado. Pero, ay, cómo se transforma la primitiva idea de quien observa la pintura cuando se detiene en el rostro, en esa mirada casi retadora, en esos labios levemente apretados... Habla ese rostro.

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    1. De hecho, mi primer encuentro con la imagen nada tiene que ver con el mensaje que da. Me cautivó su placidez, una sobria hermosura que me llegó a cautivar o, por lo menos, a detener el viaje de mi curiosidad por las obras que había en aquella galería.

      Pero esa misma curiosidad por conocerla terminaba por mostrarnos que podía tratarse de una joven viuda y embarazada, cuyo retoño no era otro que la venganza. Esa mirada. Entonces se desvelaba la dureza de la mirada, unas cuencas que casi parecían vacías del brillo que da la vida... Venganza.

      Efectivamente, habla el rostro.

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  2. Annnnnda, creí que no lo iba publicar por aquí,

    Hay algo en esa orla en el sombrero que indica que espera pero que nos desafía, y eso es preocupante.
    Salud Charles, y coja vacaciones ¡Es una orden!

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    1. Y no lo iba a hacer, pero por variar, hice que algo que publico allá se reflejara luego aquí. Siempre lo he hecho al revés y el consejo editorial de andestámivaca -es decir, Charles-, pensó que quizá merecía la pena elevar el texto al grado de entrada blogera...

      Vacaciones... Que las diosas le colmen de bendiciones, pues parece haberme leído la mente y no tardaré en cumplir con su orden... Muy poco, y muy cerca de uno de los lugares sagrados para este que le escribe.

      Salud, amiga Frine!

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  3. La venganza, como plato que es mejor comerlo frío. Dijo alguien...

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  4. Anotada queda para el proximo Dia del Libro. Una amiga que vivio varios agnos en Alsacia me contaba que la gente de alli, al contar su historia decia, cuando yo era frances... y cuando era aleman... No se como seria Alsacia entonces, pero ahora es un paraiso.

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    1. Lo es, si señor, a pesar de haber pasado por ser el escenario de odios ancestrales -de tiempos de Carlomagno-, entre francos y alemanes. Un lugar que, de no conocerse, debe ser visitado.

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