jueves, 28 de mayo de 2015

En el Reino


Buraydah es una capital de provincia en el corazón mismo de Arabia Saudita, situada a igual distancia del Golfo Pérsico que del Mar Rojo. Pueden ustedes imaginarla como una ciudad perdida en medio del desierto, uno de aquellos antiguos oasis que, merced al petroleo y la especulación, se ha convertido en algo más de lo que quizá nadie hubiera pensado que llegara a ser.

Hasta allá se llegaron el años 1993 un tal Mansour Al-Nogaidan y sus correligionarios, todos ellos aprendices de yihadistas con la intención de perpetrar una nueva acción contra el pecado. El objetivo era una organización caritativa de mujeres para viudas y pobres donde según convicción del grupo "a las mujeres de la comunidad les enseñaban cosas malas".

El relato de lo que sigue es parte de uno de tantos testimonios que se recogen en un interesantisimo libro que acabo de terminar, titulado "En el reino. Reyes, clérigos, modernistas, terroristas y la lucha por Arabia Saudí", del historiador británico Robert Lacey. A lo largo de sus más de 400 páginas, el autor repasa la historia del reino Saudí y de los países islámicos de su alrededor desde el asalto a la Meca de Juhayman al-Otaybi en 1979, hasta el año 2009. Por medio, presenciamos la evolución -por llamarla de algún modo-, que sufrió el mundo árabe y musulmán a lo largo de ese tiempo, la revolución iraní, las guerras en Irak y Afganistán, el nacimiento de Al Qaeda y los intentos de Bin Laden por ser un nuevo mesías, teniendo al Reino como catalizador de todo ello. Son parte importante del contenido del libro también, los oportunos saltos al pasado que hace el autor para refrescarnos la memoria en torno al origen de las diferencias entre sunitas y chiítas, las raíces de la consolidación de la casa Saud a la sombra del Wahabismo, o el poder de la doctrina salafista en aquella región.

Para escribir el libro, Lacey se apoya en una multitud de entrevistas que ha realizado a lo largo de los años, muchas de ellas durante su estancia en aquél país, a todo tipo de personas, radicales religiosos, monarcas, disidentes e incluso protagonistas directos de las historias que se narran.

Una de ellos es este Mansour con el que abría la anotación, yihadista convencido que al que su posterior paso por la cárcel, lo convirtió en todo lo contrario, lo cual, curiosamente, le dio más problemas que su actitud anterior. O quizá no es tan raro que fuera así. Merece la pena leer el libro para entenderlo.

El caso es que, volviendo al relato inicial, Lacey, y nosotros con él, cede la palabra al tal Mansour para relatarnos lo que ocurrió en aquella acción contra la organización caritativa que aparentemente enseñaba cosas malas a las mujeres:

"Estaban convencidos de que la organización caritativa era una tapadera para liberalizar y occidentalizar a las mujeres, enseñándoles a quitarse su hijab y a sentirse más libres. Yo no estaba muy convencido y les pedí pruebas. Recé mi istikhara (plegaria de consulta ante la toma de una decisión) durante dos horas antes de decidirme a ir, pero ni siquiera entonces me sentía feliz"

"No se había lanzado ninguna fetua contra la organización. Así que teníamos que buscar la prueba del pecado. Esperábamos encontrarnos videos sexuales, pero lo único que encontramos fue una peluquería. Nos topamos con una habitación equipada con máquinas para hacer ejercicios para los minusválidos, y decidimos dejarla. Luego encontramos una estantería con libros religiosos. ¿Cómo podíamos quemar eso? Decidimos llevarnos todos los coranes. En la mesa del director, encontré un archivo con los nombres de trescientas familias pobres. Me sorprendió ver los nombres de tres familias que yo conocía. Tenían relación conmigo y estaban recibiendo ayuda. Eso me hizo sentir muy infeliz, pero entonces, uno de mis amigos encontró, por ahí suelto, un libro controvertido. Era del erudito fundamentalista Mohammed Nasser Al-Deen Al-Albani, y argumentaba que no había ningún problema en que las mujeres mostraran su rostro."

"Es lo que sospechábamos -dijo el amigo triunfal-. Este libro demuestra el pecado que están planeando llevar a cabo en este edificio. Todos los demás estuvieron de acuerdo. Así que empezamos a tirar gasolina y latas de gas por todas las habitaciones. Se quemó todo el edificio."

Leído el relato del tal Mansour, sentí que todo aquello me resultaba extremadamente familiar.

8 comentarios:

  1. Con ese extremismo quién tiene un objetivo ciego siempre encontrará una causa por muy baladí que sea. Ya ves qué peligrosa parecía la organización.Imagino si mirasen los libros de nuestros estantes. Mis nociones de todo aquello están muy dispersas voy a hacerme con el libro. Gracias. Pedro

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    1. Si mirase más de uno los libros de nuestros estante, seguramente tendríamos muy pocos lugares donde seríamos recibidos con los brazos abiertos... Decía Don Julio Caro Baroja que es habitual en determinadas gentes eso de iniciar una tesis desde la conclusiones, para luego desarrollar los argumentos que sean más favorables a las mismas y descartar los que no. Esto, desgraciadamente pasa tanto en Buraydah como en mi pueblo. Por eso me resulta tan familiar.

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  2. Como hace ya mucho tiempo que me perdí en todo lo relacionado con Oriente Medio, bien venido sea un libro que me de algunas pistas y me aclare cosas que no termino de entender, a pesar de que se supone que por aquí abajo aun tenemos soterrada una cultura árabe.

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    1. Me alegra saber que esta anotación ha despertado su interés. Más que árabe, creo que es mejor hablar de musulmana, aunque tendamos a utilizar el primer término, ya que en ésta última definición se puede comprender al Magreb, la antigua Persia, etc... que no es árabe, y creo además que no les hace mucha gracia que les confundan así.

      Soterrada o no, está claro que forma parte de un pasado brillante que todavía forma parte de su imagen, con valiosísimas aportaciones a todas las áreas de la cultura.

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  3. Cuántas insensateces y tropelías perpetran los seres humanos en nombre del dios de turno, interpretados convenientemente sus deseos por el rufián psicópata que asegura ser embajador de ese ente invisible que, sospechosamente, acumula las mismas bajezas e idéntica ruindad que la mayoría de sus representantes.

    Qué fertilísimo campo de supercherías y fanatismo enfermizo para sembrar en él todas las aberraciones posibles; de ello sabe -cuánto sabe, por Belcebú- el Guardían de Occidente, alentador y proveedor del mismo Ben Laden al que después liquidó con parecido énfasis al que ponía cuando le entregaba directrices, bendiciones y armamento. Y de esas tácticas occidentales -tantas veces repetidas en Irak, Afganistán, Libia, Siria, Egipto...- nacieron los desaforados cavernícolas que rebanan gaznates, violan, lapidan, secuestran y conquistan territorios.

    Salud(os).

    P.S.- Un libro cuya recomendación voy a tener en cuenta, sin dudarlo.

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    1. Es efectivamente lo que dice lo que ha ocasionado principalmente que hayamos sido nosotros mismos, o mejor dicho quienes nos gobiernan, los que hemos armado a nuestros enemigos para que nos vayan degollando delante de las cámaras...

      O no lo entiendo bien, o es que estamos en manos de unos ineptos chapuceros que en lugar de solucionar los problemas, los complican aún más. Quizá es que ellos mismos son quienes crean esos problemas.

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  4. la señora dice que nanai, que entre yo a tomarme una copa,
    que lo intenta y que al entrar por la puerta le da el arrebato, y da la espantá, que me dice que le diga, que se apunta el libro para esta feria de Madrí, si lo encuentra
    y que le de saludos y salud
    yo también

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  5. Desde que su señora ha decidido retirarse del mundo contemplativo para ejercer de musa de pintores renacidos, no hay quién reciba visitas suyas... Tendré que tentarle con una visita a mi bodega privada de Armagnac. Si ni así, es que la hemos perdido.

    Ni me acordaba de que estamos en la temporada del año en que se compra libro... Afortunadamente para mi, no voy a tener tiempo para pasarme por la feria.

    Salud!

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