Durante mucho tiempo anduvo circulando por la red un curioso documento con marcas de haber estado doblado a lo largo de muchos años, acon una pequeña rotura que estuvo cubierta por un poco de cinta
adhesiva que ya ha desaparecido, y con los bordes muy desgastados. A lo que parece
es el menú, o mejor dicho, la lista de precios que una tal Mademoiselle
Marcelle Lapompe ha fijado para cada uno
de los servicios de su establecimiento, un lupanar parisino situado en la calle
Chat Noir, número 69.
Si uno se detiene a leer lo que se dice en el papel, descubrirá la impresionante variedad de servicios que presta la casa Mme Lapompe, lo ajustado de sus precios e, incluso, dispondrá de una explicación de los trabajos más
complejos que se ofrecen… Toda una reliquia del pasado, si no fuera porque se trata de un engaño.
En descargo del documento se puede decir que no es una falsificación
moderna, que haya envejecida artificialmente por medio digitales. Pero tampoco es lo que dice ser, es
decir: el catálogo de precios y servicios del lupanar de Mademoiselle Lapompe. De hecho, nunca ha
existido, según dicen, una rue du Chat Noir, inventada seguramente como un
guiño a aquél famoso cabaret de la época, que llevaba ese nombre. Lo del número
69, no hace otra cosa que resaltar la intención de la persona que creó el
documento.
¿Pero se sabe quién fue, y desde cuando circula este documento por ahí?, y lo
que a efectos de lo que nos interesa en este mundo de hoy ¿merece la pena
saberlo? Les respondo: si se sabe, y depende de lo que usted considere que
merece la pena conocer.
Paso a explicarme.
Marcelle Lapompe no es sino otro
de los numerosos seudónimos que empleó Renée Dunan (1892-1936 o 1944), novelista erótica, feminista, propagandista de izquierdas, militante pro-nudista y
otras muchas cosas más, entre las que se incluyen dos “ismos” muy propios de la época como fueron el Dadaísmo y el
Surrealismo.
Pero por lo que sobre todo se distinguió, es por ser autora de textos eróticos y libertinos.
Y es en uno de estos textos, el titulado "l'histoire d'une prostituée", donde Dunan hace aparecer a Mademoiselle Marcelle Lapompe, la cual se presenta al lector del siguiente talante:
Pero por lo que sobre todo se distinguió, es por ser autora de textos eróticos y libertinos.
Y es en uno de estos textos, el titulado "l'histoire d'une prostituée", donde Dunan hace aparecer a Mademoiselle Marcelle Lapompe, la cual se presenta al lector del siguiente talante:
Bonjour, je m’appelle Marcelle Lapompe, péripatéticienne presque
agréée.
La plupart du temps je tapine à mon compte.
Des fois avec des
collègues.
Baisage en levrette, Savonette impériale, Voyage en terre jaune …
Je lui ai tout proposé, il n’a rien voulu prendre. Même pas un glougoutage du
poireau. Et pourtant,
si, je glougloute avec de la menthe.
Hier soir, j’en ai
branlé sept ou huit, avec une seule main.
En général, ils préfèrent ma main droite. De la gauche, je leur
chatouille la cuisse, et après j’enfile un doigt dans l’orifice de leur choix
(en principe, le troufignon). Mais en ce cas, il faut rajouter deux francs et
vingt-cinq sous. Et si le cul n’est pas propre, je prends encore trente-trois
sous.
Trente-trois,
c’est l’âge du Christ.
Moi, je vais à la messe tous les dimanches.
Comme vous voyez, je manie bien la langue.
Marcelle Lapompe, c’est moi.
N’écoutez pas ceux qui racontent que mon vrai nom ce serait Renée
Dunan.
Fumisterie. Est-ce que j’ai une gueule de Renée ? Non, j’ai une
face de Marcelle. Et puis moi, contrairement à d’autres, je ne porte pas de
culotte en jersey de soie.
Pourtant, il est
joli mon catalogue.
Ma maison ne manque pas de clients.
Je l’ai appelée le Sénat.
Parfaitement je glougloute du poireau de sénateur, mais pas que, et
sans carte professionnelle!
Je fais du suçage à la menthe clandestin.
Mon meilleur cru, c’est la pissette sur la quéquette (ou dans la
bouche).
Llama la
atención su estilo dadaísta, caótico y rupturista. Como tal, puede resultar divertido,
pero también difícil de leer. Parece ser casi un juego en el que la autora
quiere ocultar algunos secretos, dobles sentidos y sorpresas para los
iniciados –muchas veces sus conocidos-, lo cual podía hacer que, para los que no lo
fueran, resultara un tanto tedioso.
No obstante, Dunan no se tomó demasiado en serio el Dada, una vez que
comprobó que se había transformado en un callejón sin salida, y continuó
explorando en los terrenos de la literatura erótica y libertina con su propio
nombre, o con alguno de sus numerosos seudónimos: Monsieur de Steinthal, Chiquita,
Ethel Mac Singh, Luce Borromée, Laure Héron, Renée Camera, Spaddy, Louise
Dormienne, A. de Sainte-Henriette, nuestra Marcelle La Pompe, y otros muchos que iba
creando según sus apetencias.
Con ellos tuvo la oportunidad de firmar una enorme cantidad
de obras, artículos, libelos y ensayos. La visión que refleja Dunan en sus obras
es bastante particular para su época, pues entiende la sexualidad como algo
inherente al ser humano, y mostraba en el caso concreto de la mujer, una
irreductible actitud militante que postulaba por la su total libertad en dicho
campo, sin tabúes ni ocultaciones. Todo esto, en aquella época, hizo que gran parte de sus obras fueran prohibidas según iban a salir de la imprenta.
Pero no voy a alargarme más. En resumidas cuentas, el cartel en cuestión no es otra cosa
que una falsificación, muy buena que ha sobrevivido latente a lo largo de todos
estos años, desde el momento mismo de su creación allá por el 1923. Como reclamo publicitario de una de sus obras, ha demostrado ser muy efectivo, y si se trata de una obra en sí, es a mi entender de lo mejor que ha salido de la factoría dadaísta.
No obstante Renée mostró ser coherente en sus actos hasta el final, invitando a quién lo quiera a seguir jugando con el misterio: ¿cuándo murió Renée Dunan?
Según algunas fuentes, el 8 de agosto de 1936. Pero nada es tan sencillo
con ella: existen cartas que –dicen- se ha verificado que escribió en el año 1938, también que estuvo en la localidad de Sainte-Maxime en los años 40, y se sospecha que cambio su identidad por la de un tal Georges
Dunan, el cual afirmaba ser autor de obras de Renée, y murió en Niza en
diciembre de 1944.
Hasta en su muerte y desaparición hay un juego de luces y
espejos.
Bien joué, Renée!
Y mejor vivido,
ResponderEliminartoda un carácter.
y hermoso artículo, si señor.
Salud
!Qué buenas migas hubieran hecho ustedes, Doña Frine!
EliminarGracias y Salud!
O sea, que Renée inventó los nicks bajo los cuales nos duplicamos, triplicamos, cuadruplicamos... Muy interesante, sí señor.
ResponderEliminarY sin cobrar derechos de autor...
EliminarUn ser humano singularísimo en una época donde la joie de vivre era mucho más que una actitud gestáltica.
ResponderEliminarEra la época en sí. Quizá la crisis de la casposa mentalidad decimononica, los terrores de la Gran Guerra... vaya usted a saber, pero el caso es que se vivía, o pretendía vivir, intensamente.
EliminarEntonces el menú es como dicen ahora un atrezo para una novela. Lo de los múltiples avatares puede ser para poder seguir jugando a candy crush, porque visto lo visto a lo mejor sigue viva.
ResponderEliminarCon lo que se inventa hoy en día, lo mismo es responsable de eso de las sombras de Grey, aunque no: hablamos de una autora de cierta calidad...
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