viernes, 20 de marzo de 2015

Sobre una sagrada familia de Andrea del Sarto


Un comentario en mi anterior entrada, escrito por la hetaira Friné, ha despertado mi la curiosidad acerca de la existencia y aspecto de una obra que parece estuvo buscando con ahínco su patrona, durante casi una jornada. Estoy seguro –pensé-, de que si se la consigo a Frine -esta vez sin acento-, su patrona en agradecimiento le rebajará el alquiler, y todos quedaremos, de un modo u otro, contentos: la una con su cuadro, la otra con su alquiler en plan outlet, y yo con mi sed de presa saciada.

Pero en apariencia no ha sido así, ya que parece que no he sabido dar con la obra del tal Andrea del Sarto, si nos atenemos textualmente a lo que dice el comentario de mi amiga Friné: que es una sagrada familia con Santa Ana de carabina. Nada más.

Lo único que he encontrado, tras revisar varias sagradas familias y muchas otras obras del autor, es lo siguiente:

- Una nota de prensa en el New York Times del 15 de mayo de 1941 contando que un tal Major Edwar Bowes donaba a la catedral de San Patricio de Nueva York un cuadro del tal Sarto fechado en 1515, el cual trata de una Sagrada Familia con San Juan y Santa Isabel. En principio debería descartarlo, pues Santa Ana no aparece por ningún lado.



La cual puesta en color y con la calidad a la que estamos acostumbrados hoy en día, quedaría así:


- En la "History of St. Patrick's cathedral" de John M. Farley, se cuenta que entre los fondos artísticos de la catedral, se encuentra el que donó una tal Rebecca Taft y que era una copia de la “Madonna del Sacco”. Pero de esa sabemos que, además de no tener a la tal Santa Ana, se encuentra en la Santissima Anunziata de Florencia. 

- Por último, puede darnos una pista el hecho que, según el libro que acabo de mencionar, que es de 1908, la copia donada por la tal Rebecca Taft era la única obra que existía de Sarto en aquél lugar, y desde entonces hasta el año 1941 no se encuentra ninguna otra referencia a dicho autor en relación con la Catedral… Yo me pregunto, ¿podría ser que o bien es la donada por Bowes la que se busca y se ha confundido Santa Ana por Santa Isabel; o bien que no se encuentra ni ha pasado por San Patrick de Nueva York? Bueno, también podría ser que se me ha pasado algo, o que me haya confundido en otra cosa, y, lejos de negarlo, espero que haya quien pueda ampliar esto que yo cuento y acabe por cerrar el círculo de búsqueda.

Como he comentado, durante el rastreo he repasado una buena cantidad de obras de Andrea del Sarto, y hay una que no recordaba y que ha pasado directamente a formar parte de la selecta pinacoteca de mi disco duro: se trata de “Retrato de una joven con un volumen de Petrarca” que es la que encabeza esta anotación.

Esta obra fue terminada hacia 1528 y se conserva actualmente en la Galeria de los Uffizi. La joven es Maria del Berrettaio, nacida en 1513 del primer matrimonio de la esposa del pintor. Se trata de una obra muy íntima pues, que invita por tanto a profundizar en ella, en lo familiar que se oculta tras sus sombras, a seguir las miradas que dirige la joven María y el rumbo de sus dedos que van a señalar un soneto, el 153, que según la primera traducción hecha al castellano en 1591 por Enrique Garcés, dice lo que sigue:

Sospiros míos id al pecho frío 
romped el yelo que a piedad contiende 
y si a ruego mortal el cielo atiende 
merced, o muerte acabe el dolor mío. 
Id pensamientos dulces mostrad brío 
por parte do su vista no se estiende, 
y si ella desto, o el cielo algo se offende 
daremos a esperança algún desvío. 
Qualquier de vos dezirme bien podría 
que nuestro estado es inquieto y fosco 
como el suyo pacífico y sereno. 
Id seguros de oy más, que amor os guía, 
ya la fortuna adversa tiene freno, 
si l’aura de mi sol yo reconosco. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

Una fara coronata



Se preguntará usted, uno de los miles de lectores que frecuentan este blog, por el motivo que ha hecho que cuaderno tan modesto y dedicado a las labores ganaderas, derive su discurso en esta ocasión al uso de latinajos tan engolados y faltos de fundamento con los asuntos que habitualmente nos ocupan.

La visita rápida y exclusiva -más que nada por no tener tiempo para otra cosa-, que hice ayer a la corona de Recesvinto en el Museo Arqueológico Nacional, me trajo a la memoria y la reflexión una serie de ideas que quisiera compartir con vuestra paciente atención:

- Lo primero, que siendo mi primera visita al MAN, me he quedado con una sensación muy fría. Pero -dirán-, si no ha estado ni media hora. Pues si, no pasé de estar ese tiempo, pero me quedé con que a dos de las tres personas del museo a las que pregunté por la corona, no tenían claro de qué les hablaba ¿?. La vitrina donde estaba -y aquí revivo un comentario de nuestra Anarkasis-, tenía más brillos y reflejos que las bolas del Studio 54. Y, por quedarme sólo con tres, la tienda parecía más la del Club Christian Jaq con su -casi- todo de cosas egipcias, que las del MAN. Perdón, pero es que encima el nombre, así, me recuerda más a esa revista masculina de gran tamaño que creo todavía puede encontrarse en los quioscos.

- Pero, a pesar de todo, la escapada con riesgo de perder el modo de vuelta a casa valió la pena. Ahí estaba la corona. ¿Corona? Bueno, realmente no, así se llama, pero si nos atenemos a su uso, los que saben de esto la llamarían fara coronata, esto es: lámparas con forma de corona, que solían colocarse en determinados templos como ofrendas de reyes o altas dignidades de las época. La costumbre era colocarlas bien encima del altar, o bien entre las columnas de las naves. Entiendo yo que también representaban la presencia Real en el templo y, desde Recaredo, reafirmaba la vinculación de la iglesia de godos e hispano-romanos, con la corona. Vamos, en su afán unificador y aglutinante se correspondería con lo que hoy es la "Copa del Rey".

- Esta de Recesvinto, parece ser presidió varios Concilios Toledanos -lo más de la época en reuniones de alto nivel-. Así que a uno le puede volar la imaginación el hecho de pensar lo que pudo ver y oir la dicha corona. ¿O no?.

- Si, al observar de nuevo la corona, pensamos en que muchas de sus perlas, zafiros y granates son muy probablemente -según se lee en el mágnífico estudio editado por Alicia Pereda-, originarias de Ceilán, y la plata de las minas alpinas de la región de Habachta, es posible que se multipliquen las interrogantes acerca de la corona y del modo en que cada una de sus piezas llegó a manos de su fabricante. El solo hecho de imaginar ese "cómo", es ya un reto para cualquier investigador y un ofrecimiento para la imaginación...

- Parece ser que la Corona de Recesvinto, junto con el resto del tesoro de Guarrazar fue ocultado allá, entre las tumbas del Monasterio de Sorbaces, para protegerlo de los invasores musulmanes, creyendo que dicha ocupación sería cosa pasajera, y podría volverse a por él. Se tiene noticia del traslado a la ciudad fortificada de Amaya de otra parte mayor del tesoro Toledano -incluida, según algunos mitómanos, la mesa de Salomón-. Esta era la antigua capital de los cántabros conquistada por Leovigildo, tal y como cuenta en 636 San Braulio de Zaragoza en su "Vida y milagros de San Millán". El caso es que Tariq persiguió a los nobles godos que habían huido hasta allá, dándoles caza y haciéndose con esa parte de la riqueza gótica.

- De lo importante que tuvieron que ser las riquezas ganadas y las conquistas en tierras godas para sus autores, hay un curioso testimonio, a miles de kilómetros de la península, en Qusayr Amra, en Jordania. Allá, en medio de una desierta llanura, se pueden encontrar unos antiguos baños y residencia en la que se suponen pudieron estar Musa y Tariq a su regreso del reino de Toledo, llamados por el emir Omeya de Damasco.

Entre las escenas que adornan dicho lugar y que han sobrevivido a duras penas al paso del tiempo, hay una que representa a seis reyes que rinden homenaje al califa. Entre ellos encontramos a Roderikos, el rey Rodrigo, de pie junto a otros regentes: el emperador bizantino, el negus de Etiopía, el shah persa, y dos más que se suponen son el emperador chino y un rajá indio. Estos soberanos, de una u otra forma, habían entrado en colisión con el Imperio omeya y el fresco parece querer representar su sometimiento. Cada personaje es identificado con su nombre escrito en griego y árabe. Durante los trabajos de restauración, en las proximidades de las figuras, se identificaron las letras  NIKH que según los historiadores aluden a la palabra griega nike -victoria-. 



- El hallazgo de la corona de Recesvinto tuvo lugar en 1858 en circunstancias -en mi opinión-, nunca aclaradas del todo, y está vinculado a los corrimientos de tierra que pusieron al descubierto varias tumbas de época visigoda, entre las que se encontraba la del presbítero Cripinus. La losa de dicha tumba se encuentra también en el MAN, frente a las coronas, y en ella se lee:

"Quienquiera que leyere el epitafio de esta lápida, mira: fíjate en el lugar y observa sus alrededores. Ministro sagrado, he preferido poseer un sagrado lugar. Viví de esta vida los tiempos de sesenta años, al morir me encomiendo a la protección de los santos, para resucitar debidamente en su compañía cuando la llama voraz viniere a incendiar la tierra. Acabado el curso de la vida, Crispín, presbítero, pecador, aquí descansó en la paz de cristo. Año de la Era 737"

- No voy a entrar en honduras sobre lo que ocurrió después, pues queda a la espera de encontrarse quien sea capaz de ordenar y averiguar lo que realmente pasó. Oficialmente, las coronas y otras joyas encontradas fueron vendidas en fragmentos a un oficial francés que impartía clases en la academia de Infanteria de Toledo, el cual se las llevó a un conocido suyo José Navarro. Ambos se fueron con ellas a París para venderlas al recién creado Museo de Cluny. Allá fue donde se monto la corona de Recesvinto y se mostró, hasta que, muchos años después fue devuelta a España.

- Es curioso, pero el hallazgo atrajo durante mucho tiempo a aquellas tierras de Toledo a muchos buscadores de diferentes fortunas, entre los cuales está un personaje tan extraño como reconocido en los mundos de la tesorería esotérica, como lo fue el abad Francois-Bérenger Saunière de Rennes-le-Chateau. Hubiera sido curioso saber qué es lo que hizo por aquellas tierras, aunque por ahora sólo se tenga un vago testimonio de su viaje a la antigua capital goda.

Y llegado a este punto, pitó el teléfono. Se estaba quedando sin batería, y yo sin tiempo para más. Tenía que marcharme corriendo al metro, y de ahí ascendería a los cielos para volver, de nuevo, a pisar la sólida superficie de la realidad.

miércoles, 4 de marzo de 2015

!De otras peores hemos salido!



Hablaba ayer de mirar al futuro con optimismo. Aquí podría haber un motivo para ello. ¿O no? 

Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos, y se me ha quedado un cierto sinsabor al profundizar en el mensaje de una exposición que, bajo el título !De otras peores hemos salido!, organizó la Junta de Castilla y León el pasado 2014.

No se si será que Radio Esperanza no es mi emisora favorita, y de ahí mi desconfianza hacia todo lo que se envuelve con un hermoso lazo de colores. O que me quedo con la idea de que me quieren volver un conformista, argumentando que, a pesar de mucha crisis, hubo quién ha vivido peor... y mejor también.

Sin embargo, recomiendo una visita al catálogo, plagado de magníficas imágenes del pasado y conmovedores datos de lo que pasamos no hace tanto tiempo. Por ejemplo:
  • La esperanza de vida los españoles se situaba por debajo de los 30 años en 1880; en 1940 estaba en los 50 años y al finalizar el siglo XX era ya de 78 años.
  • Durante los años 40 y 50 del siglo XX, el pan blanco, los zapatos de cuero y la carne fueron un artículo de lujo para la mayoría de la población española.
  • En 1900, la media semanal de trabajo de la población obrera en España era de 64,8 horas y en el año 2000 de 36,1 horas.
  • Únicamente las generaciones nacidas en democracia a partir de 1978 han estado escolarizadas en su totalidad entre los 5 y los 15 años
  • El 63% de los españoles eran analfabetos a comienzos del siglo XX. En 2005, la tasa se redujo hasta el 2,15%
  • La asistencia sanitaria alcanzaba al 22% de la población española en 1945 y al 50% en 1964.Únicamente con la llegada de la democracia se logró la asistencia sanitaria pública universal
En la foto de Aurelio Pérez Rioja, el "Tío Melquiades" nos observa desde 1909 sentado en el Espolón de Soria, ignorando, seguramente, que cien años después iba a ser mostrado como paradigma de la esperanza. Así son las cosas.

martes, 3 de marzo de 2015

La vaca y el rabino


Puesta la vaca en su sitio, creo que es menester dedicar unas líneas a Fernandel, que es quien la acompaña, y a todo lo que puede significar para mí desde la perspectiva de hoy en día. Bueno, no me pasaré, me limitaré a contar un par de cosas, que si no vuelvo a la manía tratadista y espanto a todos los que de buena fe os habéis venido a tomar un trago de leche fresca y espumosa en mi compañía.

A Fernandel le recuerdo de aquellas películas que veía de pequeño en la televisión francesa. He de apuntar que por aquellos primeros años 70, y los últimos de los de la década de los 60, la proximidad con la frontera nos permitía disfrutar de las cadenas de aquél país como si estuviéramos en él. Era, en aquél entonces, todo un lujo.

Con Fernandel, como con Louis de Funes, Bourvil, etc... teníamos en aquél entonces las risas garantizadas. He de reconocer que la serie de Don Camilo, con un cura hablando a todas horas con un crucificado que se expresaba como un ventrílocuo, sin abrir la boca, me daba bastante mal rollo. Sin embargo, "La vaca y el prisionero", "La cuisine au beurre" o "Topaze", me hicieron pasar muy buenos ratos.

Mi favorito era Louis de Funes, sobre todo sus histriónicas andanzas como gendarme en St. Tropez, o como aquél delirante Víctor Pivert en "Las locas aventuras del Rabbi Jacob", donde además podemos encontrar una de las escenas consideradas como más hilarantes del cine frances:



Hoy en día vemos muchas de estas películas de manera muy diferente, pues ellas siguen siendo las mismas y, sin embargo, no parecen causarnos el mismo efecto. Se nos hacen algo más lentas, más sentimentaloides, e incluso más infantiles en ocasiones. Es una contradicción pensar, por otro lado, que pertenecen a un mundo mucho más duro, lleno de cicatrices, pero quizá también más confiado en el futuro.