jueves, 8 de diciembre de 2016

¿Quién sabe?


Fue hacia el año 1355 cuando Juan el Bueno, rey de Francia, encargó al dominico y tocayo suyo Jean de Sy, la elaboración de una nueva traducción de la Biblia que reemplazara a las diferentes versiones que circulaban por aquél entonces, y que había sido elaboradas principalmente en el siglo XIII.

Como puede imaginarse, se trataba en aquél entonces de un trabajo monumental, costoso, y en el que se iba a emplear bajo la dirección del encomendado a muchas personas. Pero su bondadosa majestad no vio gran problema en lo económico: creó un nuevo impuesto para la comunidad judía, que costeara lo que fuera que iban a pedir Jean de Sy y su gente por lo que merecía la dedicación de personas con un conocimiento especializado en las diferentes disciplinas  que se iban a emplear en la obra.

Entre estas personas destaca alguien de quién no se sabe ni siquiera su nombre. Será por ello que se le recuerda por su principal obra, que no es otra que esta: es el llamado “Maestro de la Biblia de Jean de Sy”. Bueno, como ocurre muchas veces en estos casos, no se sabe a ciencia cierta si se trata de una persona o de un taller. Pero el caso es que parece encontrarse el mismo modo de iluminar que en esta Biblia, la misma técnica, en otras obras que se gestaron en el París de la segunda mitas del siglo XIV. Y es un modo que siendo el mismo, parece ser obra de varias manos.


La crisis del papado, que había trasladado su sede a Avignon, la reciente y traumática peste de la década de 1340, las nuevas ideas religiosas de pensadores como Ockham, Pierre d’Ailly o Jean Gerson, ¿influyeron en el rey Juan para que pensara en actualizar la traducción que hasta entonces circulaba de la Biblia?

 Incluso se puede pensar en que, como muchos estudiosos sugieren, el Maestro de la Biblia de Jean de Sy, el taller que llevaba ese nombre, fuera de origen flamenco. Que continuara su trabajo en las cortes de los sucesores de rey Juan, tanto en Francia como en Borgoña, empujando con su arte los primeros pasos de un mundo que se iba transformando en todos los órdenes para terminar por desembocar en el Renacimiento y el mundo moderno.

Mi encuentro con las curiosas iluminaciones de la Biblia de Jean de Sy, que puede verse aquí, y el recuerdo de una lectura tan a cuento de todo esto -y tan recomendable-, como es el “Elogio del individuo. Ensayo sobre la pintura flamenca del Renacimiento” de Tzvetan Todorov, ha engendrado en mi, en estos momentos, la necesidad de dejar aquí estas líneas.

Quizá la mayor coincidencia no sea ninguna de las del párrafo anterior. Las más importante para mi en este momento, es el encuentro con un proceso de cambio, de introspección, reflexión y toma de decisiones… Algo que ahora mismo necesito hacer. Y después ya se verá. Quizá el año que viene siga con este cuaderno, quizá lo cambie, quizá sea en otro, quizá no, quizá!... Quién sabe…

Hasta entonces, que lo que venga les sea propicio a todos ustedes.


jueves, 1 de diciembre de 2016

Coleccionando momentos

El 1 de diciembre de 1900 se promulgó en Francia una ley que permitía a la mujer el acceso a la profesión de abogado. 24 horas después Olga Balachowsky-Petit, se convertía en la primera mujer abogado de aquél país.

Aunque en España se ha tendido a considerar como tal a Victoria Kent, la verdad es que fue María Ascensión Chirivella (Valencia 1893 - México 1980) la primera mujer en licenciarse en Derecho en España, inscribirse en un colegio profesional en 1922 y ejercer la profesión de abogada en nuestro país.

Esta postal es una pequeña joya que recuerda la ley francesa de 1900, y quién conozca el francés, podrá disfrutar de los comentarios que se cruzaron entre ellas dos amigas feministas al poco del entrar en vigor la ley...

Una joya de coleccionista...

... y un homenaje a las tantas esperanzas que nos han ido dando aliento a lo largo del tiempo.