“Ovidio
narra el caso de un sabio anciano que quería rejuvenecer. Para ello era necesario
hacerlo pedazos y cocerlos completamente, pero no demasiado. Entonces los miembros
volverían a juntarse y a recuperar el vigor juvenil.”
Esta historia que cuenta Salomon Trismosin como si fuera algo que él mismo
conociera de primera mano, y el propio lector estaba obligado a creer como cosa
cierta, es una de las tantas fábulas alquímicas que se recogen en las páginas
del Splendor Solis, una de las obras clásicas en esa materia.
Merece la pena fijarse
en el detalle de la paloma que bailotea sobre la cabeza del recién reconstruido
anciano, y que no es otra cosa que su espíritu dispuesto a retornar a ese
cuerpo recompuesto tras haber sido troceado… Por si fuera poco, parece ser que
para reparar la avería en condiciones, el baño debe hacerse en un preparado a
base de mercurio, que no todo va a ser disfrutar.
Esta es una de las
tantas ilustraciones que contiene el “Splendor Solis”, de un tal Salomon
Trismosin, a quién durante mucho tiempo se identificó con Ulrich Poysel,
maestro del mítico Paracelso. Pero en los últimos estudios que se han realizado
de esta obra, se ha desechado su autoría y nos hemos quedado de nuevo sin
saber quién fue realmente la persona que se ocultó tras el seudónimo del autor.
El caso es que esta
obra, realizada en torno a la segunda mitad del siglo XVI, contiene 22 pinturas de gran formato, elaboradas
según el estilo de la miniatura renacentista. Algunas de ellas son de muy
difícil interpretación, bien por el hecho de que el propio autor tenía esa
intención, o bien porque lo que tenía que explicar a través del dibujo era algo
demasiado confuso. Pero esta dificultad es también una ventaja, pues la falta
de claridad nos deja las puertas abiertas a la libre interpretación. Vean si no
algunas de las imágenes, e interpreten a su gusto.
Existen varias copias más o menos contemporáneas de esta obra, que tienen la peculiaridad de estar iluminadas por distintas manos con mayor o menor fortuna. Dos de ellas son las más conocidas. La primera, la que se conserva bajo la referencia All.113 en la Biblioteca Nacional de Francia, es uno de los Splendor Solis más antiguos y
refinados que se conservan, y fue un modelo utilizado para realizar copias
posteriores,
La otra, puede
consultarse en la British Library, con la signatura Harley 3469. Es seguramente
la más conocida y la mejor estudiada de todas las copias existentes. Las
propias ilustraciones, aún siendo muy semejantes, tienen mayor calidad que las
de la que le sirvió de modelo, la de París. Un ejemplo comparativo.
De la copia de la British Library, tenemos además algo que para mí le da gran valor a una obra con la edad que tiene aquella: su trayectoria a lo largo de los siglos. Sabemos que John Evelyn, pintor de la corte del rey Carlos II de Inglaterra, debió encontrarlo en la biblioteca de Whitehall Palace el 2 de septiembre de 1680, y contó que contenía“los procesos para el Gran Elixir de los filósofos” y la adornaban pinturas de una gran belleza, tal y como aún podemos comprobar hoy en día.
Se sabe que posteriormente fue su propietario el barón Johann Friedrich Böttger, hombre aficionado a las cosas de la
alquimia, y conocido por haber dado con la fórmula para fabricar la porcelana. Más
tarde pasó a manos del teólogo alemán Johann Cyprianus, y de los herederos de
éste llegó a la biblioteca privada de la poderosa y aristocrática familia
Harley, protectora de artistas y eminentemente bibliófila, hasta que en 1753 lo compró la British Library, interesada seguramente por el que era considerado ya por aquél entonces el más bello tratado de alquimia que se conoce.