La llamaban Dorre Beltza -Torre Negra, nombre muy sugerente-, por el color que tenía su cadalso o estructura de madera antes de que la restauraran hará cosa de 15 años.
La torre Jauregia de Donamaria es una de tantas construcciones medievales de ese tipo que, en diferentes estados de conservación y pureza, salpimentan la cuenca del Bidasoa, embelleciendo un entorno natural tan único como es este.
La torre Jauregia de Donamaria es una de tantas construcciones medievales de ese tipo que, en diferentes estados de conservación y pureza, salpimentan la cuenca del Bidasoa, embelleciendo un entorno natural tan único como es este.
Mientras nos abrimos los bocadillos bajo un árbol desde el que se divisa Jauregia -de Jaun, señor, y tegia, lugar: palacio-, se nos acerca ya de vuelta la persona que nos ha acompañado durante la visita explicándonos su interior.
- ¿Os ha gustado? -pregunta.
- Claro, mucho.
Hablamos de las diferencia entre estas construcciones que se quedaron en torre, por no estar en tierras fronteras con el enemigo de turno, y aquellas otras que se rodearon de murallas convirtiéndose en castillos; de los ingresos que obtenían en aquella época por cobrar el paso a todos aquellos que iban y venían a un lado y a otro de los Pirineos, por esos caminos que ahora cuesta hacerse a la idea de que eran mucho más frecuentados que los de ahora; de las luchas entre las diferentes familias banderizas que dominaban los valles del entorno; de lo peligros que todo ello supondría...
- ¿Imaginais el paso por estos mismos caminos de peregrinos, mercaderes, mensajeros y gentes de toda fortuna que debió darse por aquellos tiempos?
Y a uno ya no le hace falta nada más que le dejen tranquilo, ahí mismo, disfrutando del silencio y del placer de dejar correr a la imaginación espoleada por la enorme cantidad de evocaciones que galopan en ese momento por su cabeza.
Y hace un día brillante, fresco, en un lugar donde apenas se siente en la lejanía el cencerro de algún caballo, vaca u oveja, que pasta apacible la misma hierba sobre la que nosotros disfrutamos sentados en silencio del verdor intenso que nos rodea.