viernes, 21 de octubre de 2016

Guía de confesores


El obispo Burchard  de Worms redactó allá por el año mil, una obra conocida como el Decretum o Liber decretorum, que trata de diversas cuestiones relacionadas con la organización de su diócesis. De los veinte libros que contiene la obra, es el XIX, conocido con el nombre de De poenitentia o Corrector sive medicus, el que nos interesa, al tratarse de un repertorio de 194 preguntas y respuestas destinadas a servir como guía a los confesores. Gracias a ellas podemos conocer el tipo de pecados que cometían los fieles a los que pastoreaban espiritualmente:

“¿Has fornicado, como algunos tienen la costumbre de hacer, metiendo tu miembro viril en un pedazo de madera perforado, o en alguna cosa parecida, y con ese movimiento y ese placer has expulsado tu semen? Si es que si, harás una penitencia de 20 días a pan y agua.” (Pregunta 124) 

Al leerlas sorprende comprobar que nos describen claramente una versión muy rudimentaria de muchos usos que podíamos creer que son propios de nuestros tiempos:

“¿Has hecho tu eso que algunas mujeres tienen la costumbre de hacer: te has fabricado un objeto o instrumento con forma de miembro viril, del tamaño que te apetecía, lo has atado a tu cintura en el lugar de tu sexo, o en el de otra persona, y has fornicado con otras mujeres, o las otras contigo, con un instrumento de este tipo o parecido? Si es que si, harás penitencia cinco años en los días establecidos”. (Pregunta 154)

Obviamente, a lo largo del texto se trata no sólo de los usos sexuales del momento, sino de todo aquello que requiere de la penitencia del fiel a juicio del obispo de Worms: engaños, robos, malediciencias, faltas a la religión, etc… En este sentido, quizá uno de los temas más interesantes de analizar sea el relacionado con la superstición, habida cuenta de la entonces todavía débil cristianización de aquellas tierras. Como todos sabemos, seguramente en lo llamado “superstición” hay mucho de creencias precristianas. De hecho, recuerda a lo que se puede encontrar referido a la Galicia sueva en “De correctione rusticorum” de Martín de Braga, donde se trata como supersticiones lo que realmente eran usos y creencias anteriores al cristianismo.

Volvamos al obispo Burchard y sus preguntas para los confesores:

“¿Hiciste lo que suelen hacer ciertas mujeres? Toman un pez vivo, y lo introducen en su vagina, y lo tienen allí un tiempo, hasta que esté muerto, y una vez hervido o cocido el pez, se lo dan a sus maridos para comer, por eso hacen esto, para que ardan más de amor por ellas. Si lo hiciste, haz penitencia dos años en los días señalados.” (Pregunta 172)

Vistas las cosas, en aquél tiempo tenía que ser mejor sentarse a la mesa de una familia que hubiera olvidado totalmente las costumbres de sus ancestros…

Curiosamente,  muchas de las cuestiones que trata De poenitentia en relación a la vida diaria del común de los fieles, se centran en sus costumbres sexuales o gastronómicas:

“¿Hiciste lo que suelen hacer ciertas mujeres? Se tiran de cara, y descubiertas las nalgas, ordenan que sobre las nalgas desnudas se prepare pan, y cocido éste se lo alcanzan a sus maridos para que lo coman. Entonces hacen esto por eso, para que estallen en amor por ellas. Si lo hiciste, haz penitencia dos años durante los días señalados.” (Pregunta 166)

Con la perspectiva que nos da el tiempo cuando leemos estas dos últimas preguntas, y todas las que tienen alguna relación con lo que se llama superstición, a uno le invade esa sensación que Goya llamaba la de los Tristes presentimientos de lo que está por venir… Lo digo en el sentido de que estos penitenciales no eran sino el eslabón de una extensa literatura que desembocaría en algo tan nocivo para quienes lo sufrieron como lo fueron las prédicas encerradas en el tristemente célebre “Malleus Maleficarum”, donde las antiguas supersticiones eran consideradas ya brujería.


Es curioso que de todo aquello no haya perdurado en nuestros tiempos tanto la permisividad sexual, ni de pensamiento, sino la ignorancia por la que muchas personas todavía hoy en día se suben al caballo de las supersticiones más degradadas para creer en brujerías, magias, adivinos y horóscopos…


10 comentarios:

  1. Rediós lo que tuvo que escuchar ese hombre-obispo en confesión, y Joé, la suerte que tienen los hombres, que pueden ser confesores,
    Es que es para troncharse,
    Muy buena nota

    Salud y buen fin de Semana

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    1. La colección de ocurrencias es interminable, y el acopio de testimonios lo mismo. Cuando el chafardeo se convierte en etnografía, ni más ni menos.

      Salud!

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  2. Más parece que estos Santos Varones -con línea directa con el Altísimo- utilizaran la confesión con lascivo regodeo...

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    1. Y seguramente también como herramienta de dominio sobre los demás, al conocer sus más ocultas debilidades...

      Salud!

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    2. Aparte de las supersticiones, también hay algo muy nocivo que perduró en la iglesia católica durante muchos años, hasta no hace tantos. Se trata de las “listas” de pecados, de establecer lo que es pecado y lo que no, lo que es pecado venial y lo que es mortal. Afortunadamente, eso está olvidado y ya hace más de treinta años que un cura amigo contestó a una señora que le preguntaba si tal cosa era pecado: Oiga, usted sabrá si está haciendo algo mal. Yo no soy especialista en pecados

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    3. Muy buena respuesta la del cura amiga, pues al fin y alcabo, si no se tiene consciencia del signo que tiene lo que se hace, de poco vale que te digan que es bueno o malo... Por lo menos para las mentes adultas y con responsabilidad.

      Saludos

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  3. Tendemos a pensar que lo hemos inventado todo en los últimos 200 años, cuando la verdad es que había un enorme conocimiento que por unas razones u otras se quedó sin transmitir. Cada vez que desentrañamos algo de nuestro pasado nos sorprendemos.

    Por otro lado, seguimos igual de apegados a los mitos y a las supersticiones. En esto no hemos avanzado nada, todo lo más sustituimos los antiguos por otros nuevos.

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    1. Así es: hemos inventado menos de lo que creemos, seguramente porque lo que realmente se ha hecho es volver a dar luz a cosas que estaban ocultas.

      Lo de las superstición es mucho peor, pues tiene que ver con la ignorancia, el engaño y la manipulación, y el tiempo lo único que ha hecho es degradarla.

      Saludos

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  4. "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo."
    Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó.
    Pero el padre dijo a sus siervos: "Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies"

    Está claro que el obispo Burchard de Worms era un cotillo y no conocía o no quería conocer la parábola del hijo pródigo

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    1. Eso parece, pero yo tendría en cuenta dos cosas: lo valioso que es el conocimiento que tenía de los "usos" de su ferigresía, que nos ha servido para analizarlo hoy en día desde el punto de vista científico.

      En segundo lugar, que hay un matiz que yo no he sabido trasladar bien, y sobre el que llamaba la atención don Julio Caro Baroja que es el de hablar de "usos supersticiosos", no de brujería, lo cual determina la diferente manera de considerarlo por parte de quien lo juzga.

      Saludos!

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