Para que por fin, después de tanto
tiempo, me decidiera hoy a dedicar dos líneas a la poesía, han tenido que pasar
muchas cosas. Tantas, que si uno creyera en predestinaciones, magias y mensajes
cifrados de vaya usted a saber qué entidad, pensaría que el cúmulo de
circunstancias coincidentes que han venido a agruparse en tan corto periodo de
tiempo, eran cosa –en el mejor de los casos-, de alguna dulce musa que ha tenido
a bien dar cuenta a mi entendimiento de la necesidad de ponerme a esto.
- ¿Para qué?
Creo que la inexistencia de una
respuesta coherente, hace ya innecesario el seguir adelante en lo que me proponía. Sin embargo, a
este que leen, le atraen de manera absolutamente instintiva, irracional, todos
aquellos asuntos que son inútiles, que no sirven para nada…
Por ejemplo.
¿A quién demonios puede interesarle
que, tras escribir la anotación anterior, me diera por buscar un paralelismo
entre lo que hacía la bruja valenciana y los senninbari (千人針)? No sólo no interesa, si no que hay
algo peor: es un conocimiento que no sirve absolutamente para nada. Y lo lamentable es que creo que
eso es lo que me atrae de ello.
Volvamos al tema de la poesía.
El día pasado, la lectura de una
entrada de nuestra amiga Una mirada…, despertó en mi el interés por conocer la
obra de un poeta aragonés llamado Ángel Guinda. Reconozco no haberlo sabido de él hasta
entonces, pero lo que pude leer a partir de ese momento, con ese estilo tan crudo y directo, me animó a
buscar alguno de sus libros cuando me acercara a la gran ciudad más próxima.
(En
San Sebastián, dicho sea de paso, más allá de lo que se quiere etiquetar como
tal en torno a don 2016, la cultura brilla por su ausencia, si no es en forma
de ropa y comida).
Ayer, que me tocó pasar por Bilbao,
cambié la hora de la comida por una visita a una conocida y bien aprovisionada
librería del lugar. Pero fue una búsqueda inútil en lo que me llevaba a ella,
aunque volviendo sobre el lugar que le pudiera corresponder a nuestro autor, y
revolviendo entre Ángeles surtidos de G, di con un libro que hacía referencia a
otro, muy conocido y apreciado por mí, del que no tenía ni idea de su
existencia. Ni siquiera sabía que se había escrito algo, más o menos biográfico,
sobre Ángel González.
Se trata de "Mañana no será lo que Dios quiera" de Luis García Montero, y aunque lo que viene de ese
señor que aparece en el título, me da siempre que lo hace puesto en su boca por vaya usted a
saber que anónima mano, si que el mío, mi mañana, se dibuja con esa vida escrita
entre mis manos.
Y he recorrido ya un buen puñado de
líneas sin apenas hablarles directamente de poesía, que era el motivo de esta anotación.
Pero quizá no sea necesario, pues no quiero abrumarles con mi desconocimiento
teórico o técnico sobre las dobleces del lenguaje en esta disciplina literaria.
Mis primeras letras, así lo recuerdo, fueron de poesía. De hecho, creo que las
de muchas personas lo fueron. Tuve además la suerte de dar con personas tan distraídas, que llegaron a publicarme algunas cuantas en revistas que trataban de ello, y
había incluso quien las apreciaba sinceramente. Afortunadamente en este mundo
hay de todo. Yo, en un ejercicio de humanidad, dejé hace mucho de intentar juntar unos versos que obligaran a nadie a leerlos.
Sin embargo, cuando hablo de poesía,
no puedo evitar el recordar aquel entonces, cuando la realidad por fin nos arrancó a bofetones el cetro del mundo, para reflejarnos en el espejo en figura de un naufrago que intenta sobrevivir con los restos que la tormenta ha arrastrado a la orilla.
De entonces recuerdo los versos de Ángel González. Sobre todo aquellos que terminaban con eso de:
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...
Y si ustedes han llegado a leer todo esto, sin
saltarse una sola línea, ni jugar a la rayuela con mis párrafos, se preguntarán,
seguramente bastante contrariados:
- A mí qué diablos me importa todo
esto.
Y la verdad es que a mí, desde este lado
de la pantalla, no me quedará otra que darles la razón: efectivamente, todo esto
no puede interesar a nadie.
Pues va ser que sí... Va a ser que a mí me interesa todo lo relacionado con la poesía. Me gusta Ángel González y ese poema, me gusta mi paisano García Montero y hasta me gusta ese señor del título. Y como prueba, dejo aquí este enlace del poema recitado por su autor, unos de los pocos poetas que sabía recitar su poesía.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=nWU_r0UN7bo
Difícil labor la de los poetas, que se les pide no sólo que escriban bien, también se espera que lo hagan fetén en la recitación... Recuerdo haber leído hace muchos años en una biografía de Poe que éste era un primor recitando, tanto que para vender sus poemas, antes tenía que ser escuchado. Never more encontré un poeta del que se pudiera decir algo semejante, aunque como usted afirma, es nuestro querido González uno de los mejores entre ellos... A mi también me gusta su paisano García Montero, al que ahora, además, estoy agradeciéndole ensta incursión en la biografía del poeta astur.
EliminarMucha salud!
A Ángel Guinda le cabe el dudoso honor de ser uno de los co-perpetradores del Himno de Aragón..., del oficial, del fulero, no del auténtico que compuso Labordeta. Le llevaré algún libro suyo el próximo día que quedemos para que lo conozca de primera mano. Poco más puedo decirle pues bien me sabe refractario a la sensibilidad y sutileza de la poesía, pero ya me iluminará usted, si lo estima oportuno, cuando le haya leído. Un abrazo y a ver si me asomo más a ese otro blog que menciona, que es interesante.
ResponderEliminarEso de los himnos... que poco me gustan, con excepción de La Marsellesa.. Está claro que en el reino no sabemos qué hacer con los himnos, y al de los Borbones no se termina por dar una letra oficial, seguramente por eso, porque realmente no hay pellejo en esta tierra que se sienta hacia su patria algo diferente a un súbdito y testigo. Para nada parte y actor.
EliminarY si usted se siente refractario a la sensibilidad y sutileza de la poesía, pues no se fuerce, que eso todavía no es obligatorio, y habrá otras sutilezas por las que a usted se le conmoverá el alma y que a mi me dejan tan igual.
Eso si, no olvide traerse algún escrito del tal Guinda en nuestro próximo encuentro, que yo se lo devolveré con unos vasos de buen Calvados. A eso no somos refractarios ninguno de los dos.
Acostumbrado a leerte siempre especulo - sin jugar a la rayuela - por dónde vas a salir esta vez, ese zigzagueo, esas asociaciones peculiares suelen darte un brillante fruto pero no lo espero, contigo se disfruta tanto Ítaca como el viaje a Ítaca. Un abrazo.
ResponderEliminarBueno, esta vez no les he mareado demasiado me parece. Aunque la idea inicial era todo lo contrario, pero por evitar algo que por fin no logré -el no extenderme demasiado-, he procurado zigzaguear lo menos posible. La burra tira al monte, dicen, y yo ni voy derecho ni soy breve... !Que le voy a hacer!
EliminarYo se que no viene a cuento de lo que usted cuenta, con un arte que ni los cuentacuentos, pero hace solo unos días una de mis sobrinas para ir a la Japan, (feria del comic aquí en Madrid) disfrazada, de "cosple" lo llama ella, entró en yutube y siquiendo las instruccions se hizo un kimono.
ResponderEliminarAl principio creí que lo dejaría nada más empezar, pero se ha tirado un mes a base de prueba y error aprendiendo a coser a mano y a máquina, y esto se lo cuento aunque no viene a cuento, porque si no ¿a quien se lo voy a contar? ¡¡estoy perpleja!!
y ya sé que esto no puede interesarle a nadie pero yo mañana vuelvo a entrar a ver si sigue contando algo más de esto.
Salud !
y Kisssses de todas las chicas.
Pues viene a cuento, pues si repasa algo que recomendaba hace unos días en el Facebook, verá usted que hablaba de uno de los mangakas más conocidos -Keiji Nakazawa-, y de su "Pies descalzos" que ha terminado por formar parte de las lecturas obligatorias en las escuelas japonesas. Precisamente ha sido leyendo "Pies..." donde encontré la referencia a los senninbari que me hizo recordar inmediatamente a la bruja valenciana como digo por ahí arriba.
EliminarAdemás, le diré que mientras terminaba de escribir la entrada que estamos comentando, tenía al pequeño Iago esperando para que le ayude a preparar un mural sobre Japón que tiene que presentar el lunes que viene.
Vuelvo al inicio del escrito, coincidencias, casualidades, que no terminan de sucederse.
Salud!
La aguja y el hilo ancestrales, y el dar la puntada, para atar la voluntdad, (antropología pura), de ahí que creo que la sobrina mayor está "estudiando pa bruja" en sus ratos libres, (usted lo cojió a la primera juas)...
ResponderEliminarmuchos más Kisssss
y salud.
Pura, purísima antropología... y fíjese usté lo que viaja, que lo mismo estaba aquí dando materia prima a las brujas que bordeando kimonos allá por los mares del Japón.
EliminarCreo que su sobrina y el pequeño que anda por aquí comparten el sueño de volar a aquella lejana isla, casi ná, con lo fácil que hubiera sido que les hubiera dado por lo vizcaíno o segoviano, por ejemplo.
Que sueñen, que así entenderán qué es lo que hacen sus padres cuando fijan silenciosos su mirada en no se sabe dónde...
Interesa. Claro que interesa. Su escrito, digo. Y la poesía. O, al menos, algunos poemas y algunos poetas que una vez se colaron por las rendijas disimuladas del espiritu aaparentemente mundano y escéptico, reptaron por las células y anidaron en el mullido rincón de las querencias, donde se guardan, también, los secretos.
ResponderEliminarGratas lecturas.
Así es, siempre he pensado que el gusto por la poesía es mucho más complejo que el que se pueda tener por la prosa. Es más exigente, duro y selectivo, pues obedece en mayor medida a la sensibilidad personal de cada uno.
EliminarSalud!
No creas, amigo Charles de Batz, yo me reconozco en "ese escombro tenaz,que se resiste a su ruina". También recorro caminos que no van a ninguna parte, o eso creo. Y sin embargo, quizá la vida sea, precisamente, esto.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, querido amigo.
Quizá ese sentir que se recorren caminos que no van a ningún lado, sea consecuencia de la introspección con la los andamos, sin ser conscientes, cuando miramos atrás y revisamos nuestros planes de viaje, que es precisamente eso, el viaje, lo que importa.
EliminarUn fuerte abrazo