“Deja este panel cerrado, de lo
contrario te enojarás conmigo”
Estas son, más o menos, las
palabras con las que se presenta este díptico flamenco de principios del siglo
XVI, a todo aquél que lo mira por primera vez. ¿Dejarlo cerrado? ¿cuál es el
motivo por el que nos recomienda que no sigamos adelante?
El que pudiera ser el anónimo autor
de la tabla se inclina hacia nosotros, con una sonrisa entre burlona y
provocadora, mientras señala con sus dedos el texto de advertencia, y oculta lo
que hace con la otra mano. Por ahora, pues luego veremos a dónde se dirige.
Un díptico es un soporte con dos
paneles que aparenta un libro cuya
cubierta sería esta que estamos viendo ahora y que al abrirlo nos descubriría
otros dos paneles, uno junto al otro. Desgraciadamente, esto es un blog, y no
una tabla flamenca del siglo XVI (¡qué más quisiera yo!), y el lector que ha
entrado en él, ya sabe lo que viene a continuación, el motivo de la advertencia
al que llegamos siguiendo el rumbo de esa mano que hasta ahora se nos ocultaba.
“No es culpa mía, pues ya te
advertí”
Efectivamente, no podemos si no
dar la razón al panel que acompaña esta segunda imagen. De hecho, la burla se
apoya en ser el reverso o parte trasera de la misma tabla, algo que deberíamos
haber previsto, si hubiéramos adivinado el porqué del gesto de la persona que
nos advertía, y hubiéramos sido lo suficientemente prudentes como para seguir
su consejo y no ir más allá.
Pero el espíritu humano es demasiado
previsible, y ya entonces se conocía la debilidad de las personas por aquello
que se prohibía. Un casi contemporáneo de esta tabla -Diego de Saavedra Fajardo-,
decía que "La curiosidad se atreve
más contra lo que más se prohíbe" y en este razonamiento es donde
podría estar el origen de la obra.
Quien transgrede la norma y no
hace caso de las advertencias abriendo el panel, se lleva una desagradable
sorpresa, al encontrarse el trasero de aquél mismo personaje con un cardo
colgando de él.
¿Porqué un cardo? En términos
bíblicos, que son los que posiblemente emplearía el autor, esa planta es
símbolo del sufrimiento humano. El Génesis 3: 17-18, dice:”maldita será la
tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos
y cardos te producirá, y comerás plantas del campo”. Rabelais, más festivo
y de andar por casa, empleaba al pobre cardo para construir la expresión: “Aller
vous faire frotter le cul au panicault”, que textualmente significa “vete a que
te froten el culo con un cardo”, pero realmente quiere decir lo mismo que
cuando se le manda a alguien a… tomar el aire.
Pero como ya se está viendo,
falta la imagen vecina a la anterior, que viene a cerrar el ciclo o chiste que
ideó el autor.
“Y cuanto más te advirtamos, más ganas tendrás
de saltar por la ventana”
Cierre de muy libre
interpretación, aunque creo yo que lo que se hace de manera burlona es
llamarnos tontos, o imprudentes, pues habiendo sido advertidos de no hacer
algo, hemos querido seguir adelante con ello…
Las muecas de burla del personaje
representado son un colofón magnífico para la serie de tres imágenes que
acabamos de ver. Casan perfectamente con el gusto de aquellas mentalidades aún
medievales por lo burlesco a través del gesto, de caras deformadas y bocas
abiertas exageradamente con la ayuda de los dedos, que se introducen en ella
como si estuvieran haciéndonos una mueca insultante.
Vale, pero ¿era esta la intención
del díptico? O mejor dicho ¿lo era la de su propietario? Es muy poca la
información que ha llegado a nosotros de esta obra anónima flamenca que se ha
convertido en la estrella de Carambolage, una interesante exposición que ofrecía
hasta la semana pasada el Grand Palais de Paris.
Pero uno imagina que, como era
uso entonces, fue un burgués más o menos acaudalado o un aristócrata el que lo
encargó. Siguiendo esta línea de pensamiento, es también de imaginar que lo
tendría expuesto de manera que tentara con su advertencia a alguien, ya que si
no, carecería de sentido. Es posible que estuviera en el lugar donde podían
acceder las visitas dentro de su ámbito privado. O, si se trataba de un
comerciante, en su negocio para hacer burla o gracia con los curiosos… ¿Quién
sabe?
Quizá, el autor, o su promotor,
quisieron seguir el consejo de otro contemporáneo suyo, Giambattista Della
Porta, que aconsejaba que:
“Si quieres que tu labor resulte
más asombrosa, no reveles su causa”
Aunque de manera itinerante se ha podido ver en Grand Palais de Paris, habitualmente creo que se encuentra en Université de Liège (Belgique).
ResponderEliminarIconografía obscena del Midi francés románico.
Anónimo, "díptico satírica", principios del siglo 16,
óleo sobre tabla, 58,5 x 44 cm, Liège Bibliothèque Centrale
Saludos.
Asi es, aunque el estilo es mas flamenco que del Midi.
EliminarSaludos
Ja, ja, Charles de Batz, yo también habría abierto el díptico. ¿Quién se resiste a una tentación semejante? Y no solo por la advertencia - al menos en mi caso - sino por el placer de seguirle la broma al autor o al comitente. Un abrazo y feliz verano.
ResponderEliminarEs lo que pasa al tener un espíritu curioso: que basta que a uno le adviertan de que no mire lo que hay detrás, para que sienta el irrefrenable deseo de dar la vuelta a la tabla. Saavedra Fajardo tenía más razón que un santo con eso de la curiosidad...
EliminarOtro abrazo para tí, y que el verano te depare mucha felicidad.
Sin curiosidad, dónde estaríamos....
EliminarSaludos mediterráneos...
El mundo estaría quieto, fijo. Y nosotros no hubiéramos llegado ni a vivir en las cavernas.
ResponderEliminarDisfrute del Mediterráneo.
Salud!