El lunes 10 de julio de 1882 el periódico
madrileño “El Día” informaba del
entierro del bandido Jesse James, aproximadamente dos meses después de que
hubiera tenido lugar, en un curioso artículo que paso a transcribir.
“Un bandido célebre.
No se dirá que los Estados Unidos no tienen leyendas. Basta que exista un
personaje de la talla de Jesse James, para salvar la reputación poética de un
pueblo.
La antigüedad ha colocado entre los héroes, a gentes que no habían hecho
gran cosa, y que sobre todo, no luchaban con las dificultades que opone la
sociedad moderna. Hércules, Teseo y otros aventureros célebres, ignoraban la
existencia de la policía y de la Guardia civil; en cambio, Jesse James, ha
tenido que vencer a todas las instituciones que en las sociedades modernas se
dirigen contra lar personas que desprecian demasiado las conveniencias sociales
y la actual organización de la sociedad.
Jesse James nació en el Missouri. En este Estado se estableció como
bandolero, ejerciendo sus hazañas en el Kearnady (sic) y aun en las riberas del
Mississipí. Y no se crea que Jesse habitaba cavernas ni chozas escondidas en
los bosques. Había civilizado el bandidaje adaptándolo a la cultura moderna.
Vivía en una casa preciosa, hacia la vida de familia, era querido
ardientemente por los suyos, respetado por el clero, pues era muy piadoso, y amado
por el pueblo. Salía a las expediciones, no de noche y a escondidas, sino de
día y con toda publicidad. En medio de la calle mataba y robaba como la cosa
más natural del mundo.
Según el último censo, el Missouri tiene 2.168.804 habitantes. Constituye
una división militar que tiene ocho regimientos de caballería y diez de
infantería. Elige trece diputados, tiene una constitución, Cámaras, un
gobernador, un subgobernador, una deuda de 17.008 dollars, agentes de policía
numerosísimos, y su gobernador es persona que sabe y quiere cumplir con su
deber. A pesar de todo esto, Jesse James reinaba en absoluto, y como decía el
gobernador en un discurso, ningún industrial ni comerciante se creerá en
seguridad mientras viviera el bandido.
Los directores de casas de banca, las empresas de caminos de hierro de
San Luis, de Kausa, de Omalia, de Chicago quejabanse diariamente. Jesse vivía
en una hermosa de Kearnady, sin que la policía pudiera nunca dar con él por la
protección que le daba el pueblo bajo. En ciertas ocasiones el populacho lo
arrebató de manos de sus perseguidores.
El gobernador, ante las apremiantes órdenes del presidente de la Unión,
puso a precio la cabeza de Jesse, siendo este muerto por un bandolero, a
traición.
Los funerales de Jesse han sido solemnísimos. Dos reverendos pastores oficiaban.
Una gran multitud seguía el coche que conducía el cadáver. Uno de los pastores,
en su oración fúnebre, manifestó la confianza que tenía en la salvación eterna
de Jesse, ese excelente muchacho, á
quien el cielo debe recompensar.
La vida de Jesse es una de esas grandes rarezas de los Estados aún a
medio colonizar. Allí aún se puede vivir en familia en un pueblo que lo respeta,
y ser al mismo tiempo un tiempo un excelente bandido que desvalija al lucero
del alba.”
Este artículo, cuyo autor parecía en
ocasiones anunciar los postulados del bandido social de Hobsbawm, no es la única referencia contemporánea de nuestra prensa al célebre salteador.
De hecho, mes y medio antes, el 20 de abril de aquél mismo año, “El Imparcial” había dado
la noticia de que “ha sido asesinado el famoso bandido americano Jesse James a quien uno de los foragidos
de su banda, Roberto Ford, sorprendió y mató de un tiro el día 3 del actual”.
Para “El imparcial”, uno de los
grandes rotativos españoles de la época, el bandido era ya un viejo conocido,
pues de él informaba por ejemplo el año anterior, en 24 de septiembre de 1881, de lo siguiente:
“El 8 del actual fue detenido y robado, a 14 millas da Kansas, por doce
enmascarados, el tren 48 de Chicago a Alton.
El empleado que guardaba la caja del tren, y que trató de defenderse, fue
golpeado de tal suerte, que se desespera de salvarle la vida. El total
sustraído se estima en unos 20.000 pesos. También fueron robados todos los
pasajeros, cuyos bolsillos y relojes representaban un valor de varios miles de
pesos.
Los ladrones iban bien armados, y continuaron haciendo disparos durante
el saqueo con el objeto de intimidar a los viajeros. El conductor del tren
consiguió escapar ileso de los varios pistoletazos que le dirigieron. Terminado
el saqueo, los bandidos se retiraron tranquilamente, y el tren llegaba poco
después á Kansas City, de donde salió el jefe de policía Speers con cincuenta
hombres en persecución de los malhechores. Otros muchos vecinos armados de las
inmediaciones han marchado en su busca, y es posible que los capturen. Se cree
que los bandidos pertenecen a la cuadrilla que manda el tristemente célebre
Jesse James.”
Si se busca, se encuentran más
noticias de la carrera de este bandido, o de otros muchos que desde diferentes
lugares del mundo pasaron a llenar las páginas de estos periódicos con
inauditas y casi siempre sangrientas historias de asaltos, saqueos y
persecuciones.
Visto ahora, resulta curioso encontrarse
a figuras como la de Jesse James en la prensa de un país que tenía su propio
repertorio de salteadores. Estaban todavía muy recientes las correrías de las
partidas carlistas que no se habían dado por enteradas del final de la guerra.
Seguía también latente el temor a viajar por unos caminos conocidos en toda Europa
por la fama de sus bandidos. Y sin embargo, asomaban ya, tan tempranamente,
algunos de los que terminarían por ser los héroes de la cultura popular y
globalizada que llegó hasta nosotros de la mano del cine y las novelas baratas.
Estas fueron seguramente las que los
alzaron de entre los olvidados, para ser recordados como aquellos que vivieron y
murieron para salvar la reputación
poética de un pueblo, y de algún modo, a todos nosotros.
El señor articulista de El Día, en su afán por rellenar el espacio correspondiente del noticiero, debió creer que nada como unos cuantos números de tocados con tricornios, capas, trabucos o espingardas -o lo que fuera que usaran los de Ahumada en 1882- hubieran sido suficientes para que entrara en vereda la mitología griega... Que, preguntoo yo, qué pinta la benemérita en Grecia y hasta en los USA de finales del diecinueve; claro que, en este último caso, y estando los EEUU "aún a medio colonizar", nada como colocar una pareja de estos descendientes de la Santa Hermandad en cada pueblo para defender el banco, el saloon y hasta el carromato del vendemejunjes. Con buenos mostachones -los civiles, digo- y portentosas habilidades para hacer cantar a un mudo de nacimiento...
ResponderEliminarUn poco de Steampunk o de ambientación a lo Rubens si prefiere: me imagino lo que corresponde, pero con el atrezzo de lo que me parece mejor o conozco... Así termina Jesé desesperado por no poder asaltar un tren que sale con retraso y ha tenido una avería cerca de Venta de Baños, perseguido por dos números de los de Ahumada y untando al gobernador civil para que haga la vista gorda... De cualquier modo, hoy nadie se acordaría de él.
EliminarSalud!
Hemos de reconecerle al marketing Made In Usa la habilidad para internacionalizar su historia, sus historias y sus personajes, vía Gutenberg, Marconi, les Lumiére, Bird y el Instituto de Tecnología de Massachusetts. Y no hablo sólo de Jesse James o Billy el Niño -hasta mi admirado Sender le brindó protagonismo en una novela que me encanta-, sino en sus alcapones y gánsteres de todo pelaje, sus tropas de hermanitos de la caridad, made in Hollywood, en la II Gran Guerra y, sobre todo, con la saga sobre la guerra de Vietnam, pasando, en el interín, por esos aborígenes americanos -vulgo indios- que parecen los inmigrantes ilegales del Far West.
EliminarResumiendo: Que se lo han montado chachi piruli.
Creo que en ello tuvo mucho que ver el desarrollo en Estados Unidos de una industria a base de una cultura popular apoyada en contenidos de fácil comprensión, y de cómoda, rápida y económica difusión. Esto se realizaría a través especialmente de las novelas baratas -sucesor en momentos de alfabetización de los romances de ciego- y el naciente cine. Su beneficio estaba en facilitar entretenimiento fácil, rápido y al gusto de todos, alejándose de esos contenidos elitistas adornados de discursos relamidos, que es lo que se hacía por aquí... Y así es como llegamos a este punto.
EliminarNadie sabía donde estaba pero todos los periódicos americanos publicaban fotos de él.
ResponderEliminarTenemos que sospechar que Jesse en vida era una máquina de vender papel.
Si lo que hacía estaba bien o no dependía del plumilla que escribía la historia.
Los plumillas eran realmente Jesse James
Kissss y Kisss
Así es, y por eso -como digo ahí arriba-, este tipo de productos han perdurado: se vende muy bien a bajo coste a una audiencia muy amplia. Él, el niño, los Dalton, Dillinger o Bonnie and Clyde, como la guerra de Cuba y otros muchos asuntos que no voy a mentar, han sido iluminados en la oscuridad para vender papel o tiempo en otros medios entre anuncios...
EliminarLos jefes de los plumillas serán siempre los Jesse James.
Salud!
¿El periodista de El Día habría oído hablar de la crisis de valores?
EliminarCreo que estaba más interesado en llenar su columna...
EliminarTengo que ver la película, que es un poco larga, si no recuerdo mal y que tuvo menos éxito del esperado. Quien sabe si descubro una joya, aunque a mí los bandidos con buena prensa siempre me parecieron eso: bandidos.
ResponderEliminarEs curioso cómo la humanidad simpatiza con cierto tipo de criminales.
Lo hacen por influjo, al venderlos como representación de alguien que reacciona contra las injusticias, desigualdades o el simple tedio y monotonía de la vida moderna.
EliminarAquí tuvimos también nuestra ración de eso con el maquis después de la guerra.
EliminarAsí es. Por algún lado aquí mismo comento que tuvimos aquí un caso casi exacto por aquel mismo siglo, tras las carlistadas.
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