Estuvimos el domingo pasado en la iglesia rupestre de Olleros dePisuerga, lugar por el que me suele gustar pasar siempre que me asomo por el norte
de Palencia. La ahora parroquia de los Santos Justo y Pastor es, para mí, el mejor
de los muchos templos rupestres que se encuentra en todo el entorno, y tiene un
algo muy especial que hace que su visita sea siempre algo muy gratificante.
Está situada en lo alto de lo que ahora es el pueblo, excavada
en una pared rocosa desde la que se domina además el vecino Pisuerga, el cual bordea en camino que asciende suavemente hacia el templo.
Nos contaba Abel, -el
hombre que con paciencia, y amor por el lugar, intentó descubrirnos los mil y un
secretos que encierra-, que no se sabe a ciencia cierta quienes fueron los
primeros en habitar aquellas cavidades, que serían poco más que modestas
lauras: si fueron monjes ermitaños visigóticos, o anacoretas posteriores que llegaron como avanzada de los primeros foramontanos que saltaron de las
montañas cántabras y vasconas, a repoblar los cauces de los ríos que desembocaban en el Ebro.
Habló también de que todo lo que veíamos no era todo lo que hay. Que detrás de la pared
lateral de la nave única del templo, se han encontrado, donde se ha abierto,
que hay ocultas otras estancias que fueron selladas en su tiempo. Parece que hicieron de ellas cámaras sepulcrales para miembros de aquellas antiguas
comunidades, a los que se les otorgaba algún carácter especial. Uno, al escuchar
esas cosas, no puede evitar el fabular con su imaginación sobre lo que pudiera haber tras aquellas paredes... Me contenté con pasar la
mano suavemente por esos frescos y algo húmedos muros, soñando con sentir el suave latido de lo que el tiempo y el olvido ocultan.
Nos mostró nuestro guía la orientación tan caprichosa que tenía aquel templo,
particularmente el altar, para recibir la claridad del exterior, y exhibir su modesta
versión del milagro de la luz a golpe de solsticio, como es habitual. El mismo
retablo, algo posterior, se colocó de igual modo, dando la sensación de
estar formando un pequeño ángulo. Desgraciadamente quedan solo fragmentos de
él, como ese fragmento del Dios creador, que ahora descansa en una hornacina excavada en
la pared.
Siguiendo el consejo de nuestro anfitrión, subimos al coro, para
ver los rebajes y agujeros que fueron tallados en la roca y que soportaban la
segunda planta donde, aprovechando que se conservaba el calor, dormían los
monjes. El coro actualmente es poco más que un modesto balcón
corrido de madera, que permite disfrutar desde la penumbra, del modo en que la luz
penetra en la estancia del templo, llenándolo todo de matices y volúmenes muy
particulares.
A uno, en
medio de aquél beatífico silencio, le dio por
pensar en todo lo que había visto y oído a lo largo de la última hora. Le dio también por disfrutar del
estado de plácida relajación en que se encontraba, con la mirada perdida el
interior de uno mismo…
Silencio.
Y me sentía incapaz de abandonar aquél lugar,
que era más un instante, para volver a la realidad. Incapaz de poder ordenar en ideas,
ni palabras escritas, los pensamientos que entonces inundaban todos mis
sentidos. Tenía por seguro de que cualquier intento iba a resultar vano.
Pensando en todas estas cosas me dispuse a salir del coro, cuando
me encontré al comenzar la escalera un cartel que decía:
“Cuidado con la cabeza”
- Sí, cuidado con lo que haces con ella, Charles.
Agaché la cabeza y continué mi camino.
si tiene las marcas solares es un sitio para preservar
ResponderEliminar(No conozco la iglesia)
Cuidado con la cabez ay!!!, diooooos!
juas
Salud de nuevo
Es un sitio para preservar.
ResponderEliminarCuide usted también su cabeza, no vayamos a averiarnos.
Salud y buen finde de nuevo
Normal que en esos espacio tan coquetos y repletos de historia uno se abstraiga y la sesera corra riesgos, probablemente, yo me hubiera dado.
ResponderEliminarEs lo que tienen esas cosas para algunas personas: que la cabeza termina perdiéndose...
ResponderEliminarSalud!
¿Los antropólogos no pueden datar sus primeros ocupantes? Supongo que es que nadie se ha puesto a ello.
ResponderEliminarNo se si es que ni arqueólogos ni otros especialistas han sido incapaces de dar con una respuesta, o es que nadie se ha puesto a ello por falta de interés institucional o privado. Creo que no es necesario ser demasiado perspicaz para intuir que tratándose de algo tan periférico física y culturalmente hablando, va a ser seguramente que se trata de lo segundo.
ResponderEliminarSalud!
El norte de Palencia es, con sus monumentos y paisajes una joya muy poco conocida, pero muy aprovechable para los que nos gusta recorrerla, en mi caso por caminar y por buscar románico.
ResponderEliminarEstas iglesias son también un maravilla. A saber cuántas cabezas han golpeado esa viga antes del famoso cartel.
Así es, un lugar magnífico para los que gustamos de caminar y disfrutar del románico del que tantos y tan buenos ejemplos hay por allá. Las cabezas corren peligro con vigas como esas, seguro que incluso está un poco abollada por el impacto tanta visita distraída...
EliminarSaludos!