- ¿Yo ... ? ¡Independiente como
Acuña!
Ahora que estamos en plena
campaña electoral, me ha venido al recuerdo algo que me ocurrió en Jaén la
Semana Santa pasada. Fue al preguntar al camarero de un bar en el que disfrutaba
de su estupendo vermú, por una expresión que acababa de escuchar de boca de uno
de sus parroquianos.
- Eso viene por José de Acuña, de
aquí cerca, de Los Villares.
Y, cómo no, apuré mis bolsillos y
pedí otra ronda con la esperanza de que me contara algo más del tal Acuña. Al
fin y al cabo, uno no tenía nada mejor que hacer…
Durante la década de 1930, cada
vez que tocaban elecciones, hacía su aparición en todas las paredes, calles,
prensa y emisoras de radio de la provincia de Jaén, el candidato José Acuña
(1889-1941). Era éste un señorito de los de la época, algo guasón, ingeniero de
profesión, pero dotado de una imaginación tan desbocada que creó un partido a
su medida, la "Unión Mesocrática Universal". Lo hizo por consejo,
según manifestaba, del filósofo y profeta Asumu, que no era otra persona que él
mismo. Acuña/Asumu solía reunir a sus amigos y seguidores en unas opíparas
comidas adornadas de ingeniosas tertulias, en las que se disfrazaba de profeta
iluminando, con el pelo largo, barba y bigote, y entre bromas imponía a los que
ingresaban en su partido las armas del mismo: un cubierto, flanqueado por las
letras.
Como queda contado, cuando
llegaban las elecciones, Acuña lo llenaba todo con originales y llamativos carteles
de propaganda electoral, en los que aparecía sonriente, con un enorme puro en la
mano, mientras levantaba al cielo tres dedos de la otra y manifiesta:
“Por tercera vez me presento como diputado a Cortes por la provincia de
Jaén. ¡Soy especialista único contra el malestar y el paro forzoso! ; Votadme,
electoras y electores de Jaén! "
Los personajes pintorescos en
política siempre me han producido cierto reparo, y este, desde luego, no es
ninguna excepción. Sí hay que reconocer cierto mérito en alguno de sus
planteamientos, como el de haber sido el primer político español en reclamar una
renta básica para toda la ciudadanía. Pero en general, era un torrente de
excentricidad. Lo demuestra, por ejemplo, el modo en que plantea que todo el
mundo tuviera acceso a un alimento básico, una papilla nutritiva: “puesta gratuitamente a la disposición de
todos por medio de surtidores parecidos a los que ahora se usan para el suministro
de gasolina a los automóviles, estratégicamente distribuidos por toda la
superficie del Planeta. De tal modo que cualquier ser humano, andando por el
mundo por sus propios medios, podría proveerse del alimento necesario con la
frecuencia conveniente a su bienestar fisiológico.”
Acuña se podía permitir toda la
excentricidad y broma que le diera la gana. De hecho, lo que realmente se
jugaba en la carrera electoral no era el llevar a la práctica esa colección de
propuestas que en muchos casos rozaban el surrealismo. Para nuestro candidato,
la prioridad era obtener los votos suficientes para hacerse con un acta de
diputado, y tener así una excusa para abandonar la monótona vida de provincias e
instalarse en Madrid, cerca de los centros de ocio y jolgorio más reputados del
Reino.
Dice Rafael Torres en una breve
semblanza que le hace en “El asesino de Sintra y otros europeos olvidados”
que, en descargo suyo, hay que reconocer que si bien era “rico por herencia, no
lo era, en cambio, de esa manera rapaz, desalmada, insultante y pistoleril de
los hacendados españoles de su época, y pasaba el tiempo leyendo novelas
exóticas de Pierre Benoit e inventando tractores con patas articuladas”.
El caso es que en las tres
primeras elecciones a las que se presentó, no obtuvo más de quince mil votos,
por lo que no lo quedó otra que resignarse a esperar en su casa una mejor
ocasión.
Y fue así como llegó a las que
serían las últimas elecciones de la República, las de 1936. Paciente, y con su
característico sentido del humor, lanzó un cartel en el que únicamente enseñaba
una mano levantada con cuatro dedos separados, sin un solo texto. No necesitaba
decir más. Muchos habitantes de la provincia de Jaén sabían de qué y quién se
trataba.
Por si quedaba alguna duda, Acuña volvía a repetir sus apariciones en
todo medio que le permitía hacerlo, los principios de eso que llamaba la Mesocracia
Universal:
"El vocablo mesocracia figura en el
diccionario de la lengua castellana y significa dominio de la clase
media. De la clase media económica, entendámonos. Al utilizarlo, le he
querido dar una nueva acepción; no me refiero a la clase media económica, sino
a la clase media intelectual”
Según él, la filosofía de
Mesocracia Universal se traducía en un principio fácilmente comprensible: “El
hombre civilizado tiene el perfecto derecho de vivir sin trabajar. Esto, a simple
vista, resulta sugestivo para los vagos y divertido para todos, si se piensa,
como pensamos la mayoría, en la vida plena y completa del hombre moderno. Pero
no es eso. El teorema habla de vivir, de subsistir, pero no de gozar. A vivir
tenemos derecho todos los hombres por el mero hecho de haber nacido, pero a gozar
sólo lo tienen y tendrán los que sepan conquistar los goces con su esfuerzo y
con su trabajo personal". El derecho general a existir debería garantizarlo el
Estado, proporcionando a todos un mínimo de alimento, vestido y cobijo. Para el
goce se necesitaría el plus que habría de fabricar cada cual.
El caso es que convencidos o no
por tales ideas, los jienenses confiaron a Acuña en las elecciones de 1936 ciento
treinta y seis mil votos, los suficientes para hacerse con su acta de diputado
y disponer de la justificación que necesitaba para instalarse en la capital
como un gran señor. Y hacia ella marchó Acuña/Asumu, viendo su sueño por fin a
punto de cumplirse…
Pero aquél era el verano de 1936,
y los sueños, como otras muchas cosas, iban a dejar de existir.
El paro ya era un reclamo por lo que leo en el cartel
ResponderEliminarPor estos tiempos había un catalán que vivía en el Palas de Madrid, no se si repetirá
Kissss y Kissss
Y seguramente, usté que sabe de esas cosas, lo era ya en los tiempos de Heródoto. En lo que no caigo es en quién será el catalán ese, aunque ni ese ni este son rarezas, pues todos sabemos de las manadas de vividores que se las han dado de señores a cuenta de la cosa pública....
EliminarSiempre hay un candidato pintoresco, algo parecido teníamos en Venezuela, un tal Pedrosa cuyo partido se llamaba "El refugio del pueblo" ¿demagógico cierto?
ResponderEliminarEstuve hojenado tu blog hasta la historia de la fragata Joly. De algo puedo estar seguro. Tienes cosas que difícilmente se encontrarán en otros blogs. con cosas así hay que seguirte pues uno va de sorpresa en sorpresa
Para mí, que demagogia, instrumentalización o puro engaño, llamelo como quiera que adivinará.
EliminarMuchas gracias por tus generosas palabras para este cuaderno y estaré encantado de tus visitas.
Salud!
Poco le duró al pobre Acuña un sillón tan soñado. ¿Se sabe a donde fue a parar después de la guerra incivil?
ResponderEliminarDisculpe Senior que se me ha pasado responderle hasta ahora, pero se solapó la siguiente anotación y olvide contestar a las de esta. De Acuña se sabe que le tocó la guerra en Madrid; que estuvo a punto de ser fusilado allá, pero uno de los encargados de hacerlo era un miliciano jienense que le conoció y que intercedió por él salvándole la vida; que huyó a Francia; que después de la guerra intentó regresar a España y cuando lo hizo fue juzgado y encerrado algún tiempo; que al poco de salir en 1941, y supongo que a consecuencia de alguna de las tantas alegrías pasadas en sus últimos años, murió con 52 años.
EliminarSaludos
Los políticos actuales se presentan para su propio provecho, pero eso sí, haciendo uso del dinero de todos.
ResponderEliminarEs que tienen muy interiorizado eso de que son servidores públicos y, por lo tanto, van a hacerlo todo por nuestro bien. En especial lo de liberarnos del peso de nuestros bolsillos...
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